Francisco Marín Castro
La tarde de este domingo 19 de junio fuimos en familia -con Vanessa, Lautaro y Eloy- a la querida Plaza Victoria. Los niños felices con el espectáculo callejero del Mimo Tuga que convocaba a miles, a la misma hora que los centros de votación de las primarias de la Nueva Mayoría estaban casi desiertos.
El caso es que la alegría de estar con los niños celebrando el Día del padre (mi día y el tuyo Papá Claudio Marín Weinstein) se vio enturbiado por la picazón y el malestar provocados por el gas tóxico de las lacrimógenas, que habitualmente arrojan carabineros sobre todo movimiento social que camine por los alrededores de dicha Plaza especialmente si este es constituido por jóvenes.
Después de disfrutar el show del querido e internacional Mimo Tuga, el paseo dominical de Día del Padre continuó en los juegos de la vecina Plaza Simón Bolívar.
Pero no pudo ser una tarde feliz. Vimos muchos niños y adultos que como nosotros tenían sus ojos llorosos, estornudaban profusamente y estaban afectados por los químicos arrojados no se que día (estos permanecen muchos días en donde son arrojados y se remueven con las pisadas de autos y peatones).
Nos subimos al carrusel pero no fue divertido como otras veces. Mi Lautarito tosía y al rato le empezó doler su guatita. Yo tenía malestar, asco, y Vanessa Zapata Bucarey se sintió muy mal... tuvimos que arrancar del lugar. En el camino al auto todo fue peor porque pasamos por Salvador Donoso donde el aire estaba muy tóxico.
Existe información muy clara que apunta a que un bombero de Valparaíso, intoxicado con gases en los graves incidentes del 21 de mayo pasado, murió por esta causa en los días recientes.
Es decir, habría muerto por efecto de las lacrimógenas. Es lo que piensa su familia porque vio como él se enfermó y empeoró a raíz de que quedó encerrado en la cabina del carro de bomberos del que era chofer -trabajador asalariado-. Nunca se pudo recuperar en los días posteriores porque no recibió un tratamiento adecuado.
El gas que respiramos en Valparaíso -y en muchas ciudades en las que Carabineros y nuestro gobierno reprime a manifestantes pacíficos mientras nada hace contra quienes todo destruyen en fechorías que son mostradas en vivo para todo el país- no sólo es un gas molesto, es un gas letal: provoca muerte.
No se puede haber naturalizado tanto la injusticia, la tortura, los asesinatos, el maltrato, como para que aceptemos que esto siga ocurriendo.
Debemos alzar la voz para exigir que no se arrojen más lacrimógenas a la población, porque las lacrimógenas -y el agua de guanacos contaminada con lacrimógenas- no solo la sufren "los violentistas o encapuchados" de los que tanto hablan los medios sino que la sufrimos todas y todos incluidas guaguas y niños.
Esto no sólo pasa en las ciudades: en los allanamientos de comunidades mapuches lo primero que hacen es contaminar con sus gases a todos los comuneros afectando gravemente a guaguas, niños y ancianos, entre otros. Así se torna mucho más facil la tarea represiva.
Esto no es nuevo: Para conseguir que el Presidente Allende y los combatientes de La Moneda se rindieran, cosa que no lograron, después de bombardear con pesados tanques norteamericanos y lanzar bombas incendiarias desde aviones Hawker Hunter, arrojaron lacrimógenas desde helicópteros.
Esto demuestra que esta no es un arma solo disuasiva sino que es una arma de guerra que utilizan los uniformados contra la propia población de Chile para doblegarla e imponer la voluntad de los oligarcas que se adueñan del país.
Este 23 de junio hay una gran manifestación de estudiantes. Exijamos -soñar no es delito- que no se reprima la legítima protesta social; que no se arrojen gases y líquidos contaminantes a los estudiantes que pacíficamente y muy justamente protestan.
Valparaíso, 19 de junio de 2016
La tarde de este domingo 19 de junio fuimos en familia -con Vanessa, Lautaro y Eloy- a la querida Plaza Victoria. Los niños felices con el espectáculo callejero del Mimo Tuga que convocaba a miles, a la misma hora que los centros de votación de las primarias de la Nueva Mayoría estaban casi desiertos.
El caso es que la alegría de estar con los niños celebrando el Día del padre (mi día y el tuyo Papá Claudio Marín Weinstein) se vio enturbiado por la picazón y el malestar provocados por el gas tóxico de las lacrimógenas, que habitualmente arrojan carabineros sobre todo movimiento social que camine por los alrededores de dicha Plaza especialmente si este es constituido por jóvenes.
Después de disfrutar el show del querido e internacional Mimo Tuga, el paseo dominical de Día del Padre continuó en los juegos de la vecina Plaza Simón Bolívar.
Pero no pudo ser una tarde feliz. Vimos muchos niños y adultos que como nosotros tenían sus ojos llorosos, estornudaban profusamente y estaban afectados por los químicos arrojados no se que día (estos permanecen muchos días en donde son arrojados y se remueven con las pisadas de autos y peatones).
Nos subimos al carrusel pero no fue divertido como otras veces. Mi Lautarito tosía y al rato le empezó doler su guatita. Yo tenía malestar, asco, y Vanessa Zapata Bucarey se sintió muy mal... tuvimos que arrancar del lugar. En el camino al auto todo fue peor porque pasamos por Salvador Donoso donde el aire estaba muy tóxico.
Existe información muy clara que apunta a que un bombero de Valparaíso, intoxicado con gases en los graves incidentes del 21 de mayo pasado, murió por esta causa en los días recientes.
Es decir, habría muerto por efecto de las lacrimógenas. Es lo que piensa su familia porque vio como él se enfermó y empeoró a raíz de que quedó encerrado en la cabina del carro de bomberos del que era chofer -trabajador asalariado-. Nunca se pudo recuperar en los días posteriores porque no recibió un tratamiento adecuado.
El gas que respiramos en Valparaíso -y en muchas ciudades en las que Carabineros y nuestro gobierno reprime a manifestantes pacíficos mientras nada hace contra quienes todo destruyen en fechorías que son mostradas en vivo para todo el país- no sólo es un gas molesto, es un gas letal: provoca muerte.
No se puede haber naturalizado tanto la injusticia, la tortura, los asesinatos, el maltrato, como para que aceptemos que esto siga ocurriendo.
Debemos alzar la voz para exigir que no se arrojen más lacrimógenas a la población, porque las lacrimógenas -y el agua de guanacos contaminada con lacrimógenas- no solo la sufren "los violentistas o encapuchados" de los que tanto hablan los medios sino que la sufrimos todas y todos incluidas guaguas y niños.
Esto no sólo pasa en las ciudades: en los allanamientos de comunidades mapuches lo primero que hacen es contaminar con sus gases a todos los comuneros afectando gravemente a guaguas, niños y ancianos, entre otros. Así se torna mucho más facil la tarea represiva.
Esto no es nuevo: Para conseguir que el Presidente Allende y los combatientes de La Moneda se rindieran, cosa que no lograron, después de bombardear con pesados tanques norteamericanos y lanzar bombas incendiarias desde aviones Hawker Hunter, arrojaron lacrimógenas desde helicópteros.
Esto demuestra que esta no es un arma solo disuasiva sino que es una arma de guerra que utilizan los uniformados contra la propia población de Chile para doblegarla e imponer la voluntad de los oligarcas que se adueñan del país.
Este 23 de junio hay una gran manifestación de estudiantes. Exijamos -soñar no es delito- que no se reprima la legítima protesta social; que no se arrojen gases y líquidos contaminantes a los estudiantes que pacíficamente y muy justamente protestan.
Valparaíso, 19 de junio de 2016
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