Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 05 de octubre 2016
“(…)por motivos de orden, seguridad y disciplina se dispuso el cierre de las playas(…)” (Comandante Rodrigo
Vattuone)
Año tras año se instala la polémica en torno al Carnaval de los Mil Tambores y siempre aparecen voces pidiendo su eliminación, argumentando el caos, la suciedad y los excesos. Este fenómeno, amplificado por los medios de comunicación, hace aflorar el “pequeño dictador” enquistado en el inconsciente colectivo y comienzan los llamados para aplicar “mano dura”.
Increíblemente esta actitud “represiva” parte desde los mismos organizadores, quienes no encontraron nada mejor que elaborar “Los 10 mandamientos para vivir el carnaval” y además hacer un llamado a la autoridad marítima para que impidiera y controlara el acceso a las playas, al mismo tiempo que solicitaron la intervención municipal para restringir la venta de alcohol.
La Gobernación marítima tomó al vuelo este “caramelo” ofrecido por los organizadores del carnaval y, como en tiempos no muy lejanos, dieron a conocer su decisión al más puro estilo de un bando militar. De hecho, el Comandante Rodrigo Vattuone, Gobernador Marítimo de Valparaíso, manifestó ante los medios de comunicación que:
“(…) por motivos de orden ,seguridad y disciplina se dispuso el cierre de las playas (…)adoptamos la medida de prohibir la entrada a las playas torpederas, carvallo y san mateo. Para que todos lo tengan claro so significa que la gente no va a poder acceder a la playa y quiero destacar tres hechos, primero la prohibición de acampar en las playas. la segunda, beber alcohol y la tercera consumir drogas (…) aquellas personas o grupos que intenten sobrepasar el orden que se ha establecido no podrá hacerlo, porque no se lo vamos a permitir. O sea, quienes no nos obedezcan, nosotros tenemos procedimientos de tipo policial (…)
Por su parte, ante estas declaraciones, Santiago Aguilar, Director Artístico de los Mil Tambores expresó que: (…) Nos parece fantástico que la Gobernación Marítima haya acogido nuestra solicitud. Esa es la manera adecuada para una mayor coordinación y diálogo en que todos los actores de la ciudad se comprometen con el carnaval (…)”
Si bien es cierto el Carnaval de los Mil Tambores, dada su masividad, trae aparejado un sinnúmero de problemas adicionales a la ciudad, ya que no todos quienes acuden a esta expresión cultural popular tienen los medios o posibilidades para acceder a hospedajes establecidos, más que enfocarse en medidas restrictivas, lo que debiera hacerse es buscar los medios, la coordinación y las acciones que permitan recibir y ordenar de la mejor manera posible la masiva llegada de visitantes, para minimizar los efectos negativos para Valparaíso y sus residentes. El Carnaval ya se instaló como un evento cultural en el Puerto y, por lo tanto, tiene que ser enfrentado de igual manera como se enfrentan otros eventos masivos, como por ejemplo el Año Nuevo.
Esta vez, al cerrar el acceso a las playas, sólo provocó que quienes acampaban allí se trasladaran a distintos lugares de la ciudad y, en recovecos, escalas, paseos, plazas y sitios eriazos, instalarán sus carpas, con las dificultades e inconvenientes que eso significa par los vecinos, ya que dichos espacios no están preparados para ello.
Independiente de estos problemas - que son importantes y serios, y por lo tanto deben ser adecuadamente abordados por todos los actores, autoridades e instituciones regionales- el Carnaval de los Mil Tambores es una expresión extraordinariamente hermosa de creatividad, alegría, arte y música que sobrepasa las dificultades inherentes a su masividad.
Las manifestaciones barriales de este Carnaval constituyen, a mi modo de ver, las mejores muestras de integración entre los participantes y los vecinos. Para constatarlo sólo es necesario asistir a los distintos cerros en dónde se realiza.
Las organizaciones locales demuestran toda su capacidad organizativa y los habitantes del lugar acuden entusiasmados a participar del espectáculo. Esto pude constatarlo el año pasado en el pasacalles de los Cerros El Litre, La Cruz y Las Cañas, y este año en los Cerros Barón y en al Barrio O’Higgins. Durante todo el trayecto y después de concluido este espectáculo callejero no se produce ningún tipo de incidente, ni tampoco quedan desperdicios o suciedades.
Si esto es posible mediante la coordinación y organización de la propia localidad, que por lo general, además, carece de recursos para esto ¿por qué no puede suceder lo mismo a nivel de la ciudad de Valparaíso?
Es necesario dejar de lado las estigmatizaciones y los resabios represivos, con prohibiciones absurdas que de nada sirven, ya que las multitudes se encargan de sobrepasarlas sin ningún temor. Lo mejor para las y los habitantes de la ciudad de Valparaíso es que los Organizadores, las Autoridades y las Instituciones se coordinen para enfrentar estas expresiones masivas con una mirada integradora y acogedora, de manera de minimizar las molestias, dificultades y exceso de basura, propias de toda manifestación de carácter tan masivo.
“(…)por motivos de orden, seguridad y disciplina se dispuso el cierre de las playas(…)” (Comandante Rodrigo
Vattuone)
Año tras año se instala la polémica en torno al Carnaval de los Mil Tambores y siempre aparecen voces pidiendo su eliminación, argumentando el caos, la suciedad y los excesos. Este fenómeno, amplificado por los medios de comunicación, hace aflorar el “pequeño dictador” enquistado en el inconsciente colectivo y comienzan los llamados para aplicar “mano dura”.
Increíblemente esta actitud “represiva” parte desde los mismos organizadores, quienes no encontraron nada mejor que elaborar “Los 10 mandamientos para vivir el carnaval” y además hacer un llamado a la autoridad marítima para que impidiera y controlara el acceso a las playas, al mismo tiempo que solicitaron la intervención municipal para restringir la venta de alcohol.
La Gobernación marítima tomó al vuelo este “caramelo” ofrecido por los organizadores del carnaval y, como en tiempos no muy lejanos, dieron a conocer su decisión al más puro estilo de un bando militar. De hecho, el Comandante Rodrigo Vattuone, Gobernador Marítimo de Valparaíso, manifestó ante los medios de comunicación que:
“(…) por motivos de orden ,seguridad y disciplina se dispuso el cierre de las playas (…)adoptamos la medida de prohibir la entrada a las playas torpederas, carvallo y san mateo. Para que todos lo tengan claro so significa que la gente no va a poder acceder a la playa y quiero destacar tres hechos, primero la prohibición de acampar en las playas. la segunda, beber alcohol y la tercera consumir drogas (…) aquellas personas o grupos que intenten sobrepasar el orden que se ha establecido no podrá hacerlo, porque no se lo vamos a permitir. O sea, quienes no nos obedezcan, nosotros tenemos procedimientos de tipo policial (…)
Por su parte, ante estas declaraciones, Santiago Aguilar, Director Artístico de los Mil Tambores expresó que: (…) Nos parece fantástico que la Gobernación Marítima haya acogido nuestra solicitud. Esa es la manera adecuada para una mayor coordinación y diálogo en que todos los actores de la ciudad se comprometen con el carnaval (…)”
Si bien es cierto el Carnaval de los Mil Tambores, dada su masividad, trae aparejado un sinnúmero de problemas adicionales a la ciudad, ya que no todos quienes acuden a esta expresión cultural popular tienen los medios o posibilidades para acceder a hospedajes establecidos, más que enfocarse en medidas restrictivas, lo que debiera hacerse es buscar los medios, la coordinación y las acciones que permitan recibir y ordenar de la mejor manera posible la masiva llegada de visitantes, para minimizar los efectos negativos para Valparaíso y sus residentes. El Carnaval ya se instaló como un evento cultural en el Puerto y, por lo tanto, tiene que ser enfrentado de igual manera como se enfrentan otros eventos masivos, como por ejemplo el Año Nuevo.
Esta vez, al cerrar el acceso a las playas, sólo provocó que quienes acampaban allí se trasladaran a distintos lugares de la ciudad y, en recovecos, escalas, paseos, plazas y sitios eriazos, instalarán sus carpas, con las dificultades e inconvenientes que eso significa par los vecinos, ya que dichos espacios no están preparados para ello.
Independiente de estos problemas - que son importantes y serios, y por lo tanto deben ser adecuadamente abordados por todos los actores, autoridades e instituciones regionales- el Carnaval de los Mil Tambores es una expresión extraordinariamente hermosa de creatividad, alegría, arte y música que sobrepasa las dificultades inherentes a su masividad.
Las manifestaciones barriales de este Carnaval constituyen, a mi modo de ver, las mejores muestras de integración entre los participantes y los vecinos. Para constatarlo sólo es necesario asistir a los distintos cerros en dónde se realiza.
Las organizaciones locales demuestran toda su capacidad organizativa y los habitantes del lugar acuden entusiasmados a participar del espectáculo. Esto pude constatarlo el año pasado en el pasacalles de los Cerros El Litre, La Cruz y Las Cañas, y este año en los Cerros Barón y en al Barrio O’Higgins. Durante todo el trayecto y después de concluido este espectáculo callejero no se produce ningún tipo de incidente, ni tampoco quedan desperdicios o suciedades.
Si esto es posible mediante la coordinación y organización de la propia localidad, que por lo general, además, carece de recursos para esto ¿por qué no puede suceder lo mismo a nivel de la ciudad de Valparaíso?
Es necesario dejar de lado las estigmatizaciones y los resabios represivos, con prohibiciones absurdas que de nada sirven, ya que las multitudes se encargan de sobrepasarlas sin ningún temor. Lo mejor para las y los habitantes de la ciudad de Valparaíso es que los Organizadores, las Autoridades y las Instituciones se coordinen para enfrentar estas expresiones masivas con una mirada integradora y acogedora, de manera de minimizar las molestias, dificultades y exceso de basura, propias de toda manifestación de carácter tan masivo.
El Carnaval de los Mil Tambores ya forma parte de las actividades porteñas.
¡Bienvenido Mil Tambores 2017!
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