Han pasado 33 años desde que Mario Llancaqueo inauguró el primer local de la Librería Crisis, a fines del año 1991, en el número 2871 de Avenida Pedro Montt de Valparaíso, a pocos pasos de la Sombrerería Woronoff. Con el pasar de los años esta librería que mezclaba textos nuevos y usados, se transformó en un espacio cultural patrimonial de las porteñas y porteños, Con el fallecimiento de Mario, en junio del año 2021, se produce la “primera crisis” de la Librería Crisis. Marilén, hija de Mario, relata que “no tuve mucho tiempo para pensar si quería seguir con la librería o no, no hubo tiempo para esas reflexiones profundas de cómo quería seguir, porque la dueña nos pidió el local, así es que más bien tuve que actuar de acuerdo con la contingencia, uno hace lo que le toca hacer cuando le toca y, como puede, simplemente lo hace”.
Desde Avenida Pedro Montt, la Librería Crisis se trasladó hasta la calle Blanco 1065, inaugurando este nuevo local en el segundo piso de dicho edificio, al lado de la Librería En El Blanco, pero, una “segunda crisis”, producto de la venta del edificio de calle Blanco, obligó a Marilén a buscar por tercera vez un nuevo local.
El martes 17 de diciembre 2024, a las 18.30 horas, se reinauguró por tercera vez la Librería Crisis en el segundo piso de calle Prat 659, a pocos metros del Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio.
Durante los primeros días del golpe del 73 las bibliotecas y librerías fueron allanadas, saqueadas y muchos libros fueron quemados en las calles por miembros de las Fuerzas Armadas y Carabineros. Mario Llancaqueo en esa época también tenía una librería, la Nueva Era, ubicada en el plan de Valparaíso, librería que también fue saqueada por miembros de la Armada de Chile. Por lo anterior, podemos decir metafóricamente que, desde las cenizas de la memoria popular, la energía, el newen de Mario Llancaqueo, estuvo presente dándole impulso a esta tercera inauguración de la Librería Crisis.
Decenas de porteñas y porteños acudieron a este evento cultural para “celebrar la reapertura de Librería Crisis con intervenciones mágicas, poéticas y musicales”, como decía la invitación enviada por Marilén Llancaqueo.
Al hacer uso de la palabra y dar por iniciada la actividad, Marilén expresó:
“Hoy nos acompañarán amigas hermosas, amigos que quisieron participar con sus oficios, sus artes, tenemos a Pati Mix que nos va a deleitar con sus cuentos; tenemos a Daniela Catrileo y a Dani Acosta que nos van a acompañar con su poesía; a Diego Armijo, que en el momento del fallecimiento de mi papá escribió un texto muy bonito nos va a compartir parte de ese texto; y vamos a cerrar con la hermosa y potente voz de Kennya Comesaña acompañada en guitarra por Antuak Llancaqueo”.
Les doy la bienvenida a esta la nueva casa de la Librería Crisis, en este hermoso salón de Espacio Prat, un espacio que se ha abierto para apostar por la cultura, por Valpo, por generar espacios de conversación y de diálogo en torno a la cultura en Valparaíso y estamos súper felices de ser parte de este proyecto. Hoy estamos reinaugurando una vez más esta Librería Crisis y queríamos marcar este nuevo lugar con el cariño y la energía de ustedes, que son las personas importantes. Esta librería existe, porque existen ustedes, es una librería que les pertenece, es una librería que quiere a las personas, que los quiere a ustedes aquí y somos una gran familia.
Hace 33 años atrás, en noviembre de 1991, Mario Llancaqueo, mi papá, un mapuche migrante, que me gusta mucho decirlo una y otra vez, que pertenece a la diáspora mapuche, llegó del sur, de Victoria, siendo niño a Valparaíso, a estudiar y, además, a ser parte de los cambios sociales y de las luchas de los movimientos que se daban acá. Que emergían en Valparaíso en los años cincuenta. Ese hombre, que quiso tener librerías como una forma de articular pensamiento crítico, articular ideas, de ejecutar espacios de manera amorosa y gozosa, abrió esta, que fue su última librería, La Crisis, el año 91.
Veníamos llegando del exilio, nosotras éramos niñas y él nos hizo construir un proyecto a máquina de escribir de cómo soñábamos que fuera esa librería que aún no tenía nombre y que se convirtió en La Crisis. Eligió un lugar frente al Congreso, pero él siempre inventaba historias de por qué eligió ese lugar, se acomodaba según las circunstancias, a veces decía porque quería estar lejos de los espacios de la elite, lejos de los cerros que se convertían como en retablos para los turistas, por eso quería estar ahí, al lado del Mercado. Hace poco, el profesor Pepe Bengoa me contó una anécdota, entre paréntesis, eso es algo bonito, dentro de todo, de la partida de mi papá, la cantidad de historias y memorias que nos ha compartido la gente de él y que lo mantienen vivo, entonces Pepe me contó hace poco que él fue a la librería y le dijo a mi papá, oiga peñi y por qué quiso poner la librería acá y mi papá se quedó pensando, serio, y le dijo, sabes peñi, porque me equivoqué, no me ubiqué bien en el barrio. Así era mi papá.
Estuvimos en El Almendral, esa Crisis que muchos de los que están acá la conocieron, visitaron, se hicieron amigos del Mario, marcando un hito en la memoria emotiva de esta ciudad, hasta el 2021, cuando él falleció. No tuve mucho tiempo de pensar si quería seguir con la librería o no, no hubo tiempo para esas reflexiones profundas de hija, de cómo quería seguir, porque la dueña nos pidió el local porque quería rentabilizar, así es que más bien fue actuar en la contingencia, uno hace lo que le toca hacer cuando le toca y como puede lo hace. Así que, en realidad, en ese momento era buscar un lugar a La Crisis, sin pensar bien que esto se convertía en un nuevo proyecto de librería, ahora a mi cargo.
Así encontramos el lugar que muchos de ustedes también conocieron, descubrí la magia de los segundos pisos, nos gustan bastante debo decirlo, tienen otra energía y llegamos a la calle Blanco, gracias a los amigos de la Librería En El Blanco y ahí armamos un nuevo rinconcito de lectura hasta que el edificio se puso a la venta y nos pidieron que nos fuéramos. Pasaron dos años de eso, todavía había cajas que no terminábamos de desarmar de la mudanza anterior.
Empezamos una ruta, aquí hay personas que me acompañaron por el Valparaíso profundo del patrimonio en ruinas, Gabriel, de Casa Plan, la Fran Leyton, ellos fueron mis compañeros de ruta por unos lugares de verdad siniestros, donde caía agua, cavernas, catacumbas que nos ofrecían y en esos momentos de no saber qué hacer, llegó Felipe Barrera, de acá de Espacio Prat, me llamó y me dijo nosotros tenemos un espacio, vénganse para acá y así, como una cosa muy especial, encontramos esta luz hermosa, estos ventanales, encontramos que era más chiquitito, pero ya, nos dijimos este es el lugar.
Estamos muy contentos y agradecidos de lo que hizo Ricardo, que nos acompañó en este proceso de creer que era posible de instalarnos acá, se le ocurrían ideas geniales, pero hagan esto nos decía, construyan eso, como ideas mágicas para lograr que entrara la librería completa y aquí estamos…”
Luego de su intervención, Marilen expresó “tenemos un invitado muy especial hoy día, que queremos que nos diga algunas palabras, viajó desde el sur, sé que lo hace por la memoria del Mario y del amor que le tuvo a mi papá, él es Loro Coirón”. Marilén recuerda que Loro Coirón les envió una carta-grabado desde Paris a Mario Llancaqueo y su familia, grabado que constituye el primero de los muchos realizados por este extranjero sobre el patrimonio cultural de las porteñas y porteños, artista que, estando de paso en esta ciudad, se enamoró a primera vista de Valparaíso, de su gente y sus quehaceres.
Loro Coirón hace uso de la palabra manifestando que le es “difícil hablar después de Marilén. Es increíble de tener hoy la sensación de que Mario podría estar acá, con su gesto característico (…) Estuve la primera vez en Valparaíso caminando por Avenida Pedro Montt cuando vi una librería cerca de un negocio de gorros, entré y fue increíble ver la cara de gentileza de Mario. Había dos librerías, la librería general para el público y la librería de Mario con su oficio (…) estoy inmensamente feliz y orgulloso de que Marilén me permitiera darles saludo de cariño y un beso grande como un libro de futuro para todos los chilenos.”
Quisiera relatar en esta crónica una hermosa anécdota que me tocó presenciar en la Librería Crisis. Un día, como muchas veces sucedía, llegó una señora con su hija de aproximadamente 8 años a consultar por un libro que le habían pedido como material de lectura en el colegio. Dirigiéndose a Mario, la señora expresó “me recomendaron la librería y me dijeron que aquí podía encontrar el libro que le pidieron a mi hija, pero tiene que ser de segunda mano y a buen precio”. No recuerdo el título del libro, pero sí de la forma en que la solicitud fue acogida por Mario, quien, con su sonrisa leve, espontánea y habitual, su hablar pausado y de moderada intensidad, le respondió “está en el lugar y en el momento preciso para su compra, señora, porque además de venderle un libro barato, incluso se lo voy a dar autografiado por su autor”. La señora lo miró con cara de incredulidad, pero no emitió ningún comentario, mientras Mario, pausadamente, salió de atrás de su escritorio a buscar el ejemplar solicitado. Luego de un par de minutos volvió con el libro en la mano y se lo pasó a la señora para que comprobara el buen estado de conservación del mismo. La señora ojeó el libro y luego se lo pasó a su hija para que lo viera y confirmara que ese era el libro correcto. “Sí, este es el libro que me pidieron”, dijo la niña, agregando luego de revisarlo por todos lados y mirar de reojo a Mario, “pero no está firmado por el autor, como dijo el caballero”. Mario, mirando sonriente a la niña le pidió el libro diciéndole “tienes toda la razón, no está firmado todavía, porque no sé cómo te llamas”. La niña, en forma espontánea contestó “me llamo Alicia”. Acto seguido, Mario cogió el libro con la mano derecha, mientras con la izquierda tomó un lápiz del escritorio y se lo pasó a un señor de boina que había entrado unos minutos antes que la mamá y la hija a la librería, diciéndole “Floridor, la niña se llama Alicia”, luego, volvió su vista hacia la madre y la pequeña Alicia manifestándoles “éste señor se llama Floridor Pérez y es el autor del libro que le pidieron a su hija en el colegio y en estos instantes lo está firmando y dedicando a nombre de Alicia”. Madre e hija se miraron entre ellas y luego, en forma simultánea miraron al señor de jockey que estaba firmando el libro el cual, saludándolas amablemente, se presentó diciéndoles “es para mí muy grato conocerlas, soy Floridor Pérez, el autor del libro y me siento muy honrado de poder firmarlo para ustedes”, al mismo tiempo que hacía entrega del libro a Alicia. La pequeña, con una cara de alegría y orgullo tomó delicadamente en libro apretándolo suavemente contra su pecho, mientras su madre, saludaba y agradecía vivamente el gesto de don Floridor. Así era la Librería Crisis.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 18 diciembre 2024
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