La polémica generada con el término de algunos grupos de ex PP en Huelga de Hambre y la continuación de la misma por otros por Ex Prisioneros Políticos a lo largo de distintas ciudades del país, ha dejado de manifiesto ante la opinión pública y ante quienes solidarizamos con este movimiento, la enorme dispersión y visiones existentes al interior de las distintas orgánicas y colectivos en que se han ido agrupando y desagrupando los ex PP, desde el año 1990 en adelante, una vez terminada la dictadura cívico militar.
La gran derrota sufrida por el Movimiento Popular queda así al descubierto desprovista de todo maquillaje en estas situaciones, donde se reflejan no sólo diferencias ideológicas en los planteamientos llevados adelante por las distintas organizaciones y colectivos, sino también las diferencias de carácter personal que se entremezclan enrareciendo aún más este panorama. La tan manoseada “unidad” gritada a los cuatro vientos frente a distintas situaciones y movilizaciones demuestra ser sólo una palabra vacía de contenido y , en el caso de esta Huelga de Hambre, lo que parecía ser un “plato de cazuela” relativamente ordenado, se transformó en un “charquicán” en donde los ganadores de siempre son “los cocineros” gubernamentales, quienes utilizando todos sus recursos y personal intervinieron en forma constante y decidida, no para apoyar a los compañeros en Huelga como podría interpretarse a primera vista en el comportamiento de las autoridades y personeros que aparecían como tan cercanos y comprometidos con los huelguistas, sino para llevar adelante el trabajo encomendado por el gobierno, tendiente a terminar lo antes posible con esta Movilización que día a día era vista con mayor atención y preocupación especialmente en el extranjero, deteriorando la “imagen país” que tanto les gusta mostrar y cuidar a las autoridades de turno . El objetivo lo lograron parcialmente con la aceptación de este “acuerdo en la medida de lo posible” alcanzado con los Ex PP de Rancagua y los Ex PP de Valparaíso que llevaban adelante la Huelga en el Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes.
Precisamente estos últimos fueron quienes, a través de su vocero, explicaron que se trataba de un mal acuerdo, pero atendiendo a las deterioradas condiciones de salud de los participantes habían decidido firmarlo, aún cuando lo hicieran a “regañadientes”. Y el contenido del acuerdo que había sido firmado solo pudo conocerse en las afueras del Consejo de la Cultura, en las escalinatas del edificio y una vez finalizado el “acto oficial” organizado por integrantes del Consejo junto a los Ex PP, como una forma “republicana” de dar por finalizada la movilización, acto que contó con la presencia del Gobernador de Valparaíso.
Como observador externo y a través de constantes visitas de solidaridad durante más de un mes que duró esta movilización en el zócalo del Consejo de la Cultura, me sorprendió constatar la relación de excesiva familiaridad- lo que es muy distinto a cordialidad- con la cual se relacionaban los Ex PP en Huelga con las autoridades gubernamentales y las y los integrantes del Consejo lo que a mi parecer - en una situación de conflicto como esta Movilización - no era la manera más adecuada. Pienso que las relaciones con autoridades, interlocutores o personal institucional debieran establecerse y mantenerse dentro de parámetros formales de cordialidad, para que no se confundan los planos de negociación política, con las situaciones cargadas de emoción, inherentes a una movilización compleja como lo es una Huelga de Hambre de compañeros en edad avanzada y con problemas crónicos de salud . El panorama ahora aparece bastante desalentador para los compañeros que depusieron la Huelga quienes, pese a estar en desacuerdo con la oferta hecha por el Gobierno para finalizarla ( como expresaron públicamente ) igualmente firmaron su término, actitud que ha sido fuertemente cuestionada por quienes decidieron continuar adelante con la movilización, transformándose a ojos de estos últimos, de la noche a la mañana, de “héroes en villanos” .
Acá no se trata de tomar partido frente a uno u otro comportamiento ni tampoco de definirse en apoyo de una u otra orgánica, sino que considero necesario plantear el deplorable estado de des- unión existente entre los Ex Prisioneros Políticos pese a que contantemente realicen llamados a la unidad y manifiesten que luchan por la misma causa. Esta es una dura realidad, pero que tiene que ser transparentada, especialmente de frente a las nuevas generaciones de luchadores sociales interesados en sacar enseñanzas desde la memoria histórica del Movimiento Popular y sus protagonistas.
La gran derrota sufrida por el Movimiento Popular queda así al descubierto desprovista de todo maquillaje en estas situaciones, donde se reflejan no sólo diferencias ideológicas en los planteamientos llevados adelante por las distintas organizaciones y colectivos, sino también las diferencias de carácter personal que se entremezclan enrareciendo aún más este panorama. La tan manoseada “unidad” gritada a los cuatro vientos frente a distintas situaciones y movilizaciones demuestra ser sólo una palabra vacía de contenido y , en el caso de esta Huelga de Hambre, lo que parecía ser un “plato de cazuela” relativamente ordenado, se transformó en un “charquicán” en donde los ganadores de siempre son “los cocineros” gubernamentales, quienes utilizando todos sus recursos y personal intervinieron en forma constante y decidida, no para apoyar a los compañeros en Huelga como podría interpretarse a primera vista en el comportamiento de las autoridades y personeros que aparecían como tan cercanos y comprometidos con los huelguistas, sino para llevar adelante el trabajo encomendado por el gobierno, tendiente a terminar lo antes posible con esta Movilización que día a día era vista con mayor atención y preocupación especialmente en el extranjero, deteriorando la “imagen país” que tanto les gusta mostrar y cuidar a las autoridades de turno . El objetivo lo lograron parcialmente con la aceptación de este “acuerdo en la medida de lo posible” alcanzado con los Ex PP de Rancagua y los Ex PP de Valparaíso que llevaban adelante la Huelga en el Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes.
Precisamente estos últimos fueron quienes, a través de su vocero, explicaron que se trataba de un mal acuerdo, pero atendiendo a las deterioradas condiciones de salud de los participantes habían decidido firmarlo, aún cuando lo hicieran a “regañadientes”. Y el contenido del acuerdo que había sido firmado solo pudo conocerse en las afueras del Consejo de la Cultura, en las escalinatas del edificio y una vez finalizado el “acto oficial” organizado por integrantes del Consejo junto a los Ex PP, como una forma “republicana” de dar por finalizada la movilización, acto que contó con la presencia del Gobernador de Valparaíso.
Como observador externo y a través de constantes visitas de solidaridad durante más de un mes que duró esta movilización en el zócalo del Consejo de la Cultura, me sorprendió constatar la relación de excesiva familiaridad- lo que es muy distinto a cordialidad- con la cual se relacionaban los Ex PP en Huelga con las autoridades gubernamentales y las y los integrantes del Consejo lo que a mi parecer - en una situación de conflicto como esta Movilización - no era la manera más adecuada. Pienso que las relaciones con autoridades, interlocutores o personal institucional debieran establecerse y mantenerse dentro de parámetros formales de cordialidad, para que no se confundan los planos de negociación política, con las situaciones cargadas de emoción, inherentes a una movilización compleja como lo es una Huelga de Hambre de compañeros en edad avanzada y con problemas crónicos de salud . El panorama ahora aparece bastante desalentador para los compañeros que depusieron la Huelga quienes, pese a estar en desacuerdo con la oferta hecha por el Gobierno para finalizarla ( como expresaron públicamente ) igualmente firmaron su término, actitud que ha sido fuertemente cuestionada por quienes decidieron continuar adelante con la movilización, transformándose a ojos de estos últimos, de la noche a la mañana, de “héroes en villanos” .
Acá no se trata de tomar partido frente a uno u otro comportamiento ni tampoco de definirse en apoyo de una u otra orgánica, sino que considero necesario plantear el deplorable estado de des- unión existente entre los Ex Prisioneros Políticos pese a que contantemente realicen llamados a la unidad y manifiesten que luchan por la misma causa. Esta es una dura realidad, pero que tiene que ser transparentada, especialmente de frente a las nuevas generaciones de luchadores sociales interesados en sacar enseñanzas desde la memoria histórica del Movimiento Popular y sus protagonistas.
Guillermo Correa Camiroaga, 26 de mayo 2015
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