El reconocimiento fue anunciado por la Unesco desde París
Los Bailes Chinos (nombre que proviene del quechua donde "chino" significa "servidor"), son una expresión proveniente de las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso, que mezclan la danza, el canto y la música, donde los protagonistas son hombres.
"Durante casi 350 años de existencia, esta tradición, con sus flautas, tambores y cantos, ha encarnado nuestro origen americano arcaico y también la tradición cristiana, bases de nuestra historia. Es una distinción que nos alienta a seguir trabajando por recuperar y poner en valor las expresiones culturales, parte fundamental de nuestra identidad nacional”, sostuvo la ministra Claudia Barattini.
Un Baile Chino es una cofradía de músicos danzantes devotos de la virgen, cuyos integrantes expresan su fe a través de música, baile y canto. El primero de ellos se originó en la localidad de Andacollo, en 1585, y mantiene su vigencia hasta hoy. Esta práctica se desarrolla principalmente desde el norte de Chile hasta los valles de la zona central, fundamentalmente en las regiones de Coquimbo y Valparaíso. La música, las coreografías danzarias (mudanzas) y el arte del canto de las coplas, son transmitidas de generación en generación, y son justamente estas expresiones las que se están relevando en esta instancia.
Los Bailes Chinos (nombre que proviene del quechua donde "chino" significa "servidor"), son una expresión proveniente de las regiones de Atacama, Coquimbo y Valparaíso, que mezclan la danza, el canto y la música, donde los protagonistas son hombres.
"Durante casi 350 años de existencia, esta tradición, con sus flautas, tambores y cantos, ha encarnado nuestro origen americano arcaico y también la tradición cristiana, bases de nuestra historia. Es una distinción que nos alienta a seguir trabajando por recuperar y poner en valor las expresiones culturales, parte fundamental de nuestra identidad nacional”, sostuvo la ministra Claudia Barattini.
Un Baile Chino es una cofradía de músicos danzantes devotos de la virgen, cuyos integrantes expresan su fe a través de música, baile y canto. El primero de ellos se originó en la localidad de Andacollo, en 1585, y mantiene su vigencia hasta hoy. Esta práctica se desarrolla principalmente desde el norte de Chile hasta los valles de la zona central, fundamentalmente en las regiones de Coquimbo y Valparaíso. La música, las coreografías danzarias (mudanzas) y el arte del canto de las coplas, son transmitidas de generación en generación, y son justamente estas expresiones las que se están relevando en esta instancia.
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