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PIZZARELLA LA RIVIERA



Para muchas porteñas y porteños hablar de la Pizzería La Riviera es referirse al patrimonio cultural culinario de Valparaíso, es percibir esos tibios aromas emanados de una simple y perfecta mezcla de ingredientes, en donde se amalgaman los perfumes de la masa recién horneada, con el orégano, el tomate, el queso y el jamón. Imposible pasar por fuera del local sin ser cautivado por esos aromas que te invitaban a entrar y degustar uno o más trozos de pizza.

Después del fallecimiento de don Sergio Leni Maraldi, en mayo del 2019, dueño de este emblemático local porteño y celoso custodio de la receta de la masa, base fundamental para acoger armónicamente el resto de los componentes de esta deliciosa preparación, el local cerró sus puertas. 

Luego de más de tres años, pandemia incluida, este local ubicado en Avenida Pedro Montt esquina San Ignacio, a pasos de la Scuola Italiana, abrió nuevamente sus puertas este  jueves 03 de noviembre para deleite de las familias porteñas, con nuevos dueños que se preocuparon de mantener prácticamente inalterada la estética del local y han prometido intentar reproducir el sabor original de esta popular pizza, para lo cual han contratado al maestro pizzaiolo que trabajaba en el antiguo local hasta la época de su forzado cierre.

Desde muy temprano esta mañana se formaron largas filas de los primeros y entusiastas clientes que llegaron en busca de reencontrarse con el placer nostálgico que se había temporalmente perdido-. Precisamente la palabra nostalgia fue la más repetida por las porteñas y porteños que acudieron hoy a la reapertura oficial de La Riviera. “Esto es por pura nostalgia”; “el solo estar haciendo fila para comprar un trozo de pizza me llena de nostalgia”; “Mis padres y abuelos estarían felices de estar aquí, ellos fallecieron, pero estoy aquí recordándolos lleno de nostalgia”; “¡qué nostalgia!, me acuerdo cuando mi padre me traía después del colegio a comer un trocito de pizza”; “para los ex alumnos de la Scuola venir a esta reapertura de La Riviera es un acto de amor y de nostalgia”; “apenas sentí el olor de la pizza me acordé de mi esposo. Falleció hace poco y él me trajo a conocer este local hace 35 años”. 

Estas son algunas de las frases que escuché mientras hacía la fila para, desde mi propia nostalgia, recordar la época en que mi hermano mayor me trajo a conocer este local cuando llegué a Valparaíso a estudiar a la universidad y, más adelante, cuando venía con mi hija a realizar este mismo rito culinario a la salida de clases.

Las opiniones de quienes vinieron a este reencuentro con la pizza eran de lo más variadas, había quienes aseguraban que las personas que atendían eran los mismos empleados de antes, otros decían conocer al maestro pizzero y no tener dudas que era el de siempre “doy fe de eso, porque es amigo mío”, argumentó alguno; “es el mismo aroma, lo sienten”, preguntó otro de los clientes presentes en la fila, mientras quien estaba a su lado expresó un comentario más crítico: “de todas maneras voy a probarla primero y ahí daré mi opinión, una cosa es el rico olor que se siente, pero para mí la clave de esta pizza es su masa, ya veremos. Esto lo digo porque don Sergio llegaba muy temprano al negocio y antes de que abriera hacía la masa, con su propia fórmula. Después el maestro de cocina solo armaba las pizzas. Incluso cuando murió don Sergio, su señora dijo que nunca le había enseñado la receta de la masa. Por eso tengo mis dudas”. Como se hablaba de la masa y sus recetas, otro de los porteños presentes allí agregó “los italianos hacen la masa el día anterior y la dejan reposando para que levante, por eso yo creo que el dueño la dejaba hecha el día anterior”; “yo la probé tempranito esta mañana, poco después que abrieron, y estaba muy rica”, dijo al pasar al lado nuestro el cuidador de autos de la cuadra frente a la Scuola Italiana.

Como la cantidad de personas que acudieron a esta jornada de reapertura de la pizzería aumentaba momento a momento, empezaron a ordenar las entregas de acuerdo al número de la boleta, pues a pesar de la expedita atención de los empleados, debido a que la demanda era muy grande, se provocaban aglomeraciones al interior del local y, de esta manera, después de haber cancelado, se podía esperar afuera mientras correspondía el turno.

Así como antes de probar la pizza las opiniones fueron diversas, de igual forma lo fueron después por quienes ya habían tenido la oportunidad de comer un trozo de ella. Algunos manifestaron  ”es tal cual como la recordaba”; “se ve que la mano del maestro de la masa es la misma”; “sigue tan rica como antes”; hasta quienes encontraban algunos detalles que la hacían un poco diferente “reconozco que estaba buena, pero la masa no me pareció igual, la encontré un poco dura es su parte de abajo, muy crujiente, y más delgada, diría yo”; “está buena, pero hay algo que no me convence del todo, habrá que probarla más adelante, cuando el maestro vaya retomando la mano”; “para mí lo más importante no son esos detalles de la masa o el sabor, lo importante es que se recuperó este local, que La Riviera vuelva a funcionar”.

Este último razonamiento me hizo mucho sentido, porque en Valparaíso han ido cerrando sus puertas y desapareciendo muchos locales pertenecientes al patrimonio popular porteño y el solo hecho que uno de estos vuelva a funcionar, como es el caso de la Pizzería La Riviera, es digno de ser resaltado. 

El interior y exterior del local presenta solo unas pocas modificaciones. Las estanterías desparecieron y un mural de Valparaíso mezcla imágenes de los ascensores porteños con la masa de pizza plasmada como cerros. Los letreros ubicados en su interior, con los precios de los productos, siguen estéticamente inalterados, y el tradicional letrero que está colocado en la parte superior de la entrada al local conserva igualmente las características originales, a pesar de que sufrió solo unas pequeñas e imperceptibles modificaciones difíciles de descubrir a primera vista, pues ya no están las palabras roticería (sic) y fiambrería a ambos lados de LA RIVIERA, las que fueron reemplazadas por “pizzarella”, al lado izquierdo, y “desde 1957” al extremo derecho.

Como durante la mañana no pude esperar para probar la pizza pues tenía otros compromisos, decidí volver durante la tarde. Pasadas las 17 horas compré mi trozo triangular de pizza y observé que mi boleta tenía el número 415. Todavía seguían llegando personas al local, por lo que puedo concluir que fueron alrededor de 450 los clientes este día. Las dos personas que estaban delante de mío en la fila, compraron 10 y 12 porciones respectivamente, lo que nos puede dar una idea de la gran cantidad de trozos de pizza que se vendieron. Cuando pasé por caja le pregunté a uno de los nuevos dueños qué cantidad de bandejas había vendido hasta esa hora y me manifestó que “no podía dar un número, porque ha venido tanta gente que perdí la cuenta, pero lo que sí le puedo decir es que hemos vendido tres veces más de la cantidad que teníamos presupuestado.” 

Para terminar esta crónica solo me resta expresar los mejores augurios de éxito a la reapertura de este icónico local de Valparaíso, utilizando la expresión para desear suerte que usan coloquialmente los italianos: “¡IN BOCCA AL LUPO!”












Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 03 noviembre 2022

FOTOGRAfÍAS DE LA PIZZERÍA LA RIVIERA REGISTRADAS HACE ALGUNOS AÑOS ATRÁS Y EL DÍA SU REAPERTURA ESTE JUEVES 03 DE NOVIEMBRE DEL 2022



AÑO 2019


Sergio Leni




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