El viernes 27 de noviembre en la sala musicámara de la U.de Valparaiso se presento el libro
Dónde Iremos esta Noche (Ediciones Inubicalistas)
Poemas, de Cristian Cruz
Para los que amamos la poesía, los que nos nutrimos de ella para enfrentar el diario vivir, resulta gratificante la nueva obra-mínima, precisa, pero con la contundencia de quien maneja el oficio-de Cristian Cruz.
Son veintiocho poemas insertos en tres acápites; Apartado postal, No hay caso, Respete la señal, que nos introducen al mundo cotidiano del sujeto poético, pues es ese mundo del día a día, con todas sus vicisitudes, un registro fragmentario de pequeñas derrotas con toda su carga de ironías, que descorre sus visillos al lector para hacerlo partícipe de esa rutina, una rutina que no es cualquiera, pues en el lenguaje poético adquiere otra dimensión.
En este poemario somos testigos del abordaje a nuevas formas que acomete el poeta, alejándose del larismo de sus primeros libros; se trata de una poesía narrativa, poesía permeada, como reconoce el autor, por las lecturas de ese grande de la literatura norteamericana, Raymond Carver, en la corriente del minimalismo o realismo sucio, ¡y en buena hora!, bienvenidas sean las influencias en beneficio de la buena literatura.
Pero en este recorrido, este tráfago por situaciones mundanas, ojo el lector, no es el poeta quien va en busca de la poesía; es el habitante humilde de provincia, devenido en poeta, común como cualquiera del averiado pueblo de este Chile neoliberal lleno de contradicciones e injusticias, el que ve sutilmente rebasado su espacio, pues es la Poesía, sí, con mayúscula, la que se cuela a través de imágenes, pensamientos, emociones, en su derrotero, haciendo más digerible su tránsito por una sociedad que aliena al ser humano. El poeta, en este caso, está atento, solamente atento a esta poesía que nos circunda, a la que las más de las veces, estamos ciegos. Valga el extraordinario poema La Trama como ejemplo:
El poema es la trama que está sobre nosotros sin darnos cuenta, /es la avioneta que deja entrar su ruido por la ventana/y pensamos en el piloto que mira nuestra casa./Entonces la avioneta es el poema que está sobre nosotros/y el piloto es el que escribe en su libreta/que ha visto una casa, un auto varado en el patio,/una hilera de árboles azotándose contra el viento/y dos o tres pozas de agua que son dos o tres espejos si están quietas.
Continúa diciendo el poema, que sobre el techo de la casa/la sombra de la avioneta o bien la sombra del poema/comenzó a pilotarla una mujer con los brazos abiertos. /Nosotros que a esa hora dormíamos en casa/interpretamos el sonido del poema/que entraba por la ventana;/más bien era el sonido del cielo,/porque las avionetas son el sonido del cielo./Pero era el poema que ululaba tras los visillos/para que yo lo escribiera.
Como este, abundan en esta obra poemas de alto vuelo; reminiscencias, el darse cuenta del paso del tiempo al observar las plantas que han crecido en el antejardín, la muerte del padre, la crisis familiar, el desamor; situaciones que en virtud de la poesía alcanzan tintes de luminosidad. Plutón, el planeta desahuciado, acompaña años después en el recuerdo a la cesantía del padre; el sujeto que mira por la ventana, una sucesión de imágenes plenas de posibilidades, en donde finalmente lo que está adentro y afuera de ella, se funden y a la vez, fundan el poema; en otro texto es el recordar un número telefónico la luz, la tabla de salvación, del sujeto agobiado por la derrota:
Nunca logré aprender un número telefónico/excepto el tuyo, /cosa que se sabe/puede juntar a dos almas derrotadas/desde una cabina bajo la lluvia.
Dónde iremos esta noche. No es una pregunta. Es una invitación a navegar en estos poemas, a reflexionar nuestra propia vida, a comprobar que la poesía está presente hasta en los actos aparentemente más nimios de la existencia humana. Solo hay que estar con los sentidos atentos para descubrir sus señales, a sabiendas que, el sonido de una avioneta nunca más será solamente eso, sino que es la Poesía que viene a iluminar nuestros días.
Dónde iremos esta noche, poemas que van dejando una estela, un eco lejano, que tarda en difuminarse; poemas que se adentran en uno, con sutiles resonancias.
Dónde Iremos esta Noche (Ediciones Inubicalistas)
Poemas, de Cristian Cruz
Para los que amamos la poesía, los que nos nutrimos de ella para enfrentar el diario vivir, resulta gratificante la nueva obra-mínima, precisa, pero con la contundencia de quien maneja el oficio-de Cristian Cruz.
Son veintiocho poemas insertos en tres acápites; Apartado postal, No hay caso, Respete la señal, que nos introducen al mundo cotidiano del sujeto poético, pues es ese mundo del día a día, con todas sus vicisitudes, un registro fragmentario de pequeñas derrotas con toda su carga de ironías, que descorre sus visillos al lector para hacerlo partícipe de esa rutina, una rutina que no es cualquiera, pues en el lenguaje poético adquiere otra dimensión.
En este poemario somos testigos del abordaje a nuevas formas que acomete el poeta, alejándose del larismo de sus primeros libros; se trata de una poesía narrativa, poesía permeada, como reconoce el autor, por las lecturas de ese grande de la literatura norteamericana, Raymond Carver, en la corriente del minimalismo o realismo sucio, ¡y en buena hora!, bienvenidas sean las influencias en beneficio de la buena literatura.
Pero en este recorrido, este tráfago por situaciones mundanas, ojo el lector, no es el poeta quien va en busca de la poesía; es el habitante humilde de provincia, devenido en poeta, común como cualquiera del averiado pueblo de este Chile neoliberal lleno de contradicciones e injusticias, el que ve sutilmente rebasado su espacio, pues es la Poesía, sí, con mayúscula, la que se cuela a través de imágenes, pensamientos, emociones, en su derrotero, haciendo más digerible su tránsito por una sociedad que aliena al ser humano. El poeta, en este caso, está atento, solamente atento a esta poesía que nos circunda, a la que las más de las veces, estamos ciegos. Valga el extraordinario poema La Trama como ejemplo:
El poema es la trama que está sobre nosotros sin darnos cuenta, /es la avioneta que deja entrar su ruido por la ventana/y pensamos en el piloto que mira nuestra casa./Entonces la avioneta es el poema que está sobre nosotros/y el piloto es el que escribe en su libreta/que ha visto una casa, un auto varado en el patio,/una hilera de árboles azotándose contra el viento/y dos o tres pozas de agua que son dos o tres espejos si están quietas.
Continúa diciendo el poema, que sobre el techo de la casa/la sombra de la avioneta o bien la sombra del poema/comenzó a pilotarla una mujer con los brazos abiertos. /Nosotros que a esa hora dormíamos en casa/interpretamos el sonido del poema/que entraba por la ventana;/más bien era el sonido del cielo,/porque las avionetas son el sonido del cielo./Pero era el poema que ululaba tras los visillos/para que yo lo escribiera.
Como este, abundan en esta obra poemas de alto vuelo; reminiscencias, el darse cuenta del paso del tiempo al observar las plantas que han crecido en el antejardín, la muerte del padre, la crisis familiar, el desamor; situaciones que en virtud de la poesía alcanzan tintes de luminosidad. Plutón, el planeta desahuciado, acompaña años después en el recuerdo a la cesantía del padre; el sujeto que mira por la ventana, una sucesión de imágenes plenas de posibilidades, en donde finalmente lo que está adentro y afuera de ella, se funden y a la vez, fundan el poema; en otro texto es el recordar un número telefónico la luz, la tabla de salvación, del sujeto agobiado por la derrota:
Nunca logré aprender un número telefónico/excepto el tuyo, /cosa que se sabe/puede juntar a dos almas derrotadas/desde una cabina bajo la lluvia.
Dónde iremos esta noche. No es una pregunta. Es una invitación a navegar en estos poemas, a reflexionar nuestra propia vida, a comprobar que la poesía está presente hasta en los actos aparentemente más nimios de la existencia humana. Solo hay que estar con los sentidos atentos para descubrir sus señales, a sabiendas que, el sonido de una avioneta nunca más será solamente eso, sino que es la Poesía que viene a iluminar nuestros días.
Dónde iremos esta noche, poemas que van dejando una estela, un eco lejano, que tarda en difuminarse; poemas que se adentran en uno, con sutiles resonancias.
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Juan Cameron,Cristian Cruz y Claudio Guerrero |
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