Pero esto es tan solo una parte de este fenómeno que se ha instalado como consecuencia de la emergencia sanitaria, puesto que por otro lado el teletrabajo, la telemedicina, la teleeducación, es decir, muchas actividades humanas han comenzado a experimentar una mediatización tecnológica que está provocando una verdadera revolución en el comportamiento de las personas, cuyas consecuencias futuras no podemos dimensionar.
Distintas instituciones públicas y privadas estarán sin duda investigando esta compleja situación que estamos viviendo, pero muchas de ellas lo pueden estar haciendo solo con los “ojos del mercado”, viendo que ventajas y beneficios se pueden sacar, y no hay que ser un avezado investigador, antropólogo, sociólogo o cualquier otro tipo de “ólogo”, para darse cuenta que el camino se irá orientado a la disminución de la participación directa de las personas en numerosos trabajos y servicios que han mostrado ser eficientes mediante la virtualidad y el uso de la tecnología , lo que traerá como consecuencia la cesantía de un número importante de personas que se sumarán a los miles de desempleados producto de la debacle económica provocada por el reordenamiento económico, social y cultural forzado por un coronavirus, que sigue siendo objeto de estudios no concluyentes después de más de nueve meses desde su aparición en el mundo.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 27 septiembre 2020
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