Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 20 de octubre 2016
"Mujer Si te han crecido las ideas
de ti van a decir cosas muy feas
que, que no eres buena, que, que si tal cosa
que cuando callas te ves mucho más hermosa "(Amparo Ochoa)
Emocionado y lleno de alegría llegué ayer noche a la casa, ya que durante casi dos horas tuve la fortuna de acompañar a un torrente de libertad que se desplazó por las principales avenidas de Valparaíso.
La rebeldía, con rostro, cuerpo y fuerza de mujer, rompió las cadenas institucionales de la prohibición a manifestarse libremente y sin autorización previa, abriendo de esta manera las “grandes alamedas” porteñas.
Desde mediados de este año, Avenida Pedro Montt estaba vetada, en forma autoritaria y discrecional por parte de las autoridades, para toda manifestación de descontento popular.
Pero ayer, alrededor de quince mil mujeres, adultas, jóvenes y niñas, literalmente se tomaron el plan de la ciudad después de finalizado el acto que, bajo la consigna “NI UNA MENOS”, se desarrolló en la Plaza Victoria para repudiar la violencia de género, manifestada estos últimos días con la brutal violación y asesinato de Lucía, de 16 años en Mar del Plata, Argentina, y Florencia, una niña de 9 años violada y asesinada por su padrastro en Coyhaique. Simplemente las mujeres decidieron marchar para expresarse y manifestarse libremente, marcha en la que también participaron hombres , pero me atrevería a afirmar que cerca del 90% eran mujeres.
No podría decir que se trataba de un universo homogéneo , ya que la existencia de diferentes colectivos de mujeres, naturalmente con planteamientos distintos, se expresaban de manera diferente a través de los cánticos y consignas, como por ejemplo : “puede ser tu hija, puede ser tu hermana, a la que asesinan, violan y maltratan” ; “mujeres contra la violencia, mujeres contra el capital, mujeres contra el fascismo, contra el terrorismo neoliberal” ; “mujer feminista, mujer proletaria, únete a la lucha revolucionaria”, pero sí se percibía un espíritu unitario de solidaridad de género más allá de toda otra consideración.
Revisando las fotografías tomadas durante la movilización me encontré con un término, confieso, totalmente desconocido para mi, sororidad, razón por la cual busqué su significado en la red y así pude enterarme que, como lo define Marcela Lagarde, Antropóloga, Investigadora y Feminista Mexicana, “(…)la sororidad es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. Este término enuncia los principios ético-políticos de equivalencia y relación paritaria entre mujeres. Se trata de una alianza entre mujeres, propicia la confianza, el pensamiento recíproco de la autoridad y el apoyo (…) es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión (…)”. Sin duda alguna, después de conocer este concepto, puedo afirmar que el contenido de esta definición fue lo que ayer se expresó y pude percibir durante la marcha. Una simbiosis entre emoción y política que me trasportó a momentos similares de nuestra historia pasada, cuando esa misma decisión de lucha y alegría nos llevaba a participar activa y libremente en el proceso transformador que desde las bases bullía durante la Unidad Popular.
Mientras el agua de la pileta de Plaza Victoria se teñía de rojo, desde la glorieta las oradoras denunciaban los brutales asesinatos de Florencia y Lucía, junto a muchos otros femicidios ocurridos en nuestro país. También se protestó por la violencia represiva ejercida en contra de la Machi Francisca Linconao y la comunera Mapuche Lorenza Cayuan quien dio a luz engrillada y con la presencia de gendarmes. Asimismo se hizo mención a la aún no aclarada muerte de Macarena Valdés, madre de cuatro hijos, esposa del Werken Rubén Collío, opositora junto a la Comunidad de Newen-Traguil de la construcción de la hidroeléctrica de la empresa RP Global, quien el 22 de agosto apareció “suicidada” por ahorcamiento.
Después de terminado este acto de denuncia y de protesta, las mujeres se tomaron la Avenida Pedro Montt y marcharon hacia el Congreso Nacional en donde, tras sacar las rejas perimetrales que impedían el acceso las escalinatas de la puerta principal, realizaron un pequeño acto y empapelaron con lienzos y pancartas el frontis del edificio.
Posteriormente continuaron la movilización recorriendo Avenida Argentina hasta el nudo Barón, para seguir por Avenida Errazuriz, Avenida Brasil, doblar por calle Freire y volver a retomar Avenida Pedro Montt y regresar hacia la Plaza Victoria, en donde, en las puertas de la catedral de Valparaíso, se dio por finalizada la movilización. De esta manera, dos íconos simbólicos del poder político y religioso, el Congreso y la Catedral, fueron elementos centrales en donde las mujeres expresaron vivamente su protesta.
La sensación de una fuerza libertaria incontenible, como un transparente y potente torrente cordillerano bajando hacia el valle, se expresó con toda su potencia y energía en esta hermosa, emotiva y rebelde movilización protagonizada por las mujeres acá en Valparaíso, bajo la consigna “ NI UNA MENOS ”.
"Mujer Si te han crecido las ideas
de ti van a decir cosas muy feas
que, que no eres buena, que, que si tal cosa
que cuando callas te ves mucho más hermosa "(Amparo Ochoa)
Emocionado y lleno de alegría llegué ayer noche a la casa, ya que durante casi dos horas tuve la fortuna de acompañar a un torrente de libertad que se desplazó por las principales avenidas de Valparaíso.
La rebeldía, con rostro, cuerpo y fuerza de mujer, rompió las cadenas institucionales de la prohibición a manifestarse libremente y sin autorización previa, abriendo de esta manera las “grandes alamedas” porteñas.
Desde mediados de este año, Avenida Pedro Montt estaba vetada, en forma autoritaria y discrecional por parte de las autoridades, para toda manifestación de descontento popular.
Pero ayer, alrededor de quince mil mujeres, adultas, jóvenes y niñas, literalmente se tomaron el plan de la ciudad después de finalizado el acto que, bajo la consigna “NI UNA MENOS”, se desarrolló en la Plaza Victoria para repudiar la violencia de género, manifestada estos últimos días con la brutal violación y asesinato de Lucía, de 16 años en Mar del Plata, Argentina, y Florencia, una niña de 9 años violada y asesinada por su padrastro en Coyhaique. Simplemente las mujeres decidieron marchar para expresarse y manifestarse libremente, marcha en la que también participaron hombres , pero me atrevería a afirmar que cerca del 90% eran mujeres.
No podría decir que se trataba de un universo homogéneo , ya que la existencia de diferentes colectivos de mujeres, naturalmente con planteamientos distintos, se expresaban de manera diferente a través de los cánticos y consignas, como por ejemplo : “puede ser tu hija, puede ser tu hermana, a la que asesinan, violan y maltratan” ; “mujeres contra la violencia, mujeres contra el capital, mujeres contra el fascismo, contra el terrorismo neoliberal” ; “mujer feminista, mujer proletaria, únete a la lucha revolucionaria”, pero sí se percibía un espíritu unitario de solidaridad de género más allá de toda otra consideración.
Revisando las fotografías tomadas durante la movilización me encontré con un término, confieso, totalmente desconocido para mi, sororidad, razón por la cual busqué su significado en la red y así pude enterarme que, como lo define Marcela Lagarde, Antropóloga, Investigadora y Feminista Mexicana, “(…)la sororidad es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. Este término enuncia los principios ético-políticos de equivalencia y relación paritaria entre mujeres. Se trata de una alianza entre mujeres, propicia la confianza, el pensamiento recíproco de la autoridad y el apoyo (…) es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión (…)”. Sin duda alguna, después de conocer este concepto, puedo afirmar que el contenido de esta definición fue lo que ayer se expresó y pude percibir durante la marcha. Una simbiosis entre emoción y política que me trasportó a momentos similares de nuestra historia pasada, cuando esa misma decisión de lucha y alegría nos llevaba a participar activa y libremente en el proceso transformador que desde las bases bullía durante la Unidad Popular.
Mientras el agua de la pileta de Plaza Victoria se teñía de rojo, desde la glorieta las oradoras denunciaban los brutales asesinatos de Florencia y Lucía, junto a muchos otros femicidios ocurridos en nuestro país. También se protestó por la violencia represiva ejercida en contra de la Machi Francisca Linconao y la comunera Mapuche Lorenza Cayuan quien dio a luz engrillada y con la presencia de gendarmes. Asimismo se hizo mención a la aún no aclarada muerte de Macarena Valdés, madre de cuatro hijos, esposa del Werken Rubén Collío, opositora junto a la Comunidad de Newen-Traguil de la construcción de la hidroeléctrica de la empresa RP Global, quien el 22 de agosto apareció “suicidada” por ahorcamiento.
Después de terminado este acto de denuncia y de protesta, las mujeres se tomaron la Avenida Pedro Montt y marcharon hacia el Congreso Nacional en donde, tras sacar las rejas perimetrales que impedían el acceso las escalinatas de la puerta principal, realizaron un pequeño acto y empapelaron con lienzos y pancartas el frontis del edificio.
Posteriormente continuaron la movilización recorriendo Avenida Argentina hasta el nudo Barón, para seguir por Avenida Errazuriz, Avenida Brasil, doblar por calle Freire y volver a retomar Avenida Pedro Montt y regresar hacia la Plaza Victoria, en donde, en las puertas de la catedral de Valparaíso, se dio por finalizada la movilización. De esta manera, dos íconos simbólicos del poder político y religioso, el Congreso y la Catedral, fueron elementos centrales en donde las mujeres expresaron vivamente su protesta.
La sensación de una fuerza libertaria incontenible, como un transparente y potente torrente cordillerano bajando hacia el valle, se expresó con toda su potencia y energía en esta hermosa, emotiva y rebelde movilización protagonizada por las mujeres acá en Valparaíso, bajo la consigna “ NI UNA MENOS ”.
Comentarios
Publicar un comentario