Guillermo Correa Camiroaga (Texto y fotografias)
Los resultados electorales tienen múltiples lecturas e interpretaciones, todas ellas llenas de subjetividades de acuerdo a las propias posiciones ideológicas de quienes emiten las opiniones. Esta crónica es una de esas tantas visiones.
El proceso electoral en Valparaíso y sus resultados tienen un componente novedoso y muy importante de tener en cuenta, en relación con las proyecciones que podrían derivarse a nivel nacional en las futuras contiendas electorales.
Por primera vez se instala un Movimiento Ciudadano a competir con los partidos del duopolio político representado por la Nueva Mayoría y la alianza Chile Vamos y los derrota.
Este Movimiento Ciudadano – en donde convergen personas, colectivos y organizaciones de distinto tipo y ámbitos – en forma inédita desarrolló un proceso de consulta ciudadana, mediante el mecanismo de primarias autogestionadas, para elegir el o la candidata que lo representaría en las elecciones por la Alcaldía de Valparaíso, y fue de esa manera que surgió el nombre de Jorge Sharp, un joven ligado a las luchas estudiantiles e integrante del Movimiento Autonomista.
Los Partidos tradicionales no dudaron en mirar a este fenómeno como algo circunstancial, algo anecdótico. Una especie de “saludo a la bandera” que no pasaría, según su visión, de ser una candidatura de carácter testimonial sin posibilidad alguna de triunfo.
Chile Vamos contaba con el Alcalde en Ejercicio, Jorge Castro como candidato, y la Nueva Mayoría, confundida con el populismo fácil de la farándula y el mercado, definió llevar como candidato a Leopoldo Méndez, más conocido como DJ Méndez. Algunos cuestionamientos a la figura de este último candidato, especialmente provenientes del ala izquierda de la alianza neoliberal Nueva Mayoría, fueron disciplinadamente diluyéndose para terminar asumiendo con vigor dicha opción. La disciplina partidaria no admitió cuestionamiento en los militantes y, transformada en “orden de partido”, fue respaldada con el argumento de que la candidatura de Sharp solo le “hacía el juego a la derecha y a Castro”.
Así definidas las candidaturas, comenzó a desarrollarse la batalla electoral por Valparaíso y, a medida que pasaban los días, era posible percibir en el ambiente porteño que algo distinto estaba sucediendo. Entre los partidarios de Sharp se veía mucho entusiasmo y mística, que se traducía en una activa presencia cotidiana buscando captar adherentes. Si bien nunca pensé que Sharp saldría electo Alcalde, si supuse que obtendría una alta y sorpresiva votación
Los resultados electorales tienen múltiples lecturas e interpretaciones, todas ellas llenas de subjetividades de acuerdo a las propias posiciones ideológicas de quienes emiten las opiniones. Esta crónica es una de esas tantas visiones.
El proceso electoral en Valparaíso y sus resultados tienen un componente novedoso y muy importante de tener en cuenta, en relación con las proyecciones que podrían derivarse a nivel nacional en las futuras contiendas electorales.
Por primera vez se instala un Movimiento Ciudadano a competir con los partidos del duopolio político representado por la Nueva Mayoría y la alianza Chile Vamos y los derrota.
Este Movimiento Ciudadano – en donde convergen personas, colectivos y organizaciones de distinto tipo y ámbitos – en forma inédita desarrolló un proceso de consulta ciudadana, mediante el mecanismo de primarias autogestionadas, para elegir el o la candidata que lo representaría en las elecciones por la Alcaldía de Valparaíso, y fue de esa manera que surgió el nombre de Jorge Sharp, un joven ligado a las luchas estudiantiles e integrante del Movimiento Autonomista.
Los Partidos tradicionales no dudaron en mirar a este fenómeno como algo circunstancial, algo anecdótico. Una especie de “saludo a la bandera” que no pasaría, según su visión, de ser una candidatura de carácter testimonial sin posibilidad alguna de triunfo.
Chile Vamos contaba con el Alcalde en Ejercicio, Jorge Castro como candidato, y la Nueva Mayoría, confundida con el populismo fácil de la farándula y el mercado, definió llevar como candidato a Leopoldo Méndez, más conocido como DJ Méndez. Algunos cuestionamientos a la figura de este último candidato, especialmente provenientes del ala izquierda de la alianza neoliberal Nueva Mayoría, fueron disciplinadamente diluyéndose para terminar asumiendo con vigor dicha opción. La disciplina partidaria no admitió cuestionamiento en los militantes y, transformada en “orden de partido”, fue respaldada con el argumento de que la candidatura de Sharp solo le “hacía el juego a la derecha y a Castro”.
Así definidas las candidaturas, comenzó a desarrollarse la batalla electoral por Valparaíso y, a medida que pasaban los días, era posible percibir en el ambiente porteño que algo distinto estaba sucediendo. Entre los partidarios de Sharp se veía mucho entusiasmo y mística, que se traducía en una activa presencia cotidiana buscando captar adherentes. Si bien nunca pensé que Sharp saldría electo Alcalde, si supuse que obtendría una alta y sorpresiva votación
El triunfo de Sharp se transformo en un “hecho histórico”, como lo definieron sus propios partidarios y detractores, haciendo trizas el espejo político del duopolio neoliberal conformado por Chile Vamos y la Nueva Mayoría. Reformas más o reformas menos, ambas coaliciones se reflejan en el mismo modelo neoliberal concebido en dictadura , profundizado y perfeccionado por los gobiernos civiles de la post dictadura con reformas tendientes a darle estabilidad y proyección a dicho modelo, recogiendo las demandas populares, pero solo para “cocinarlas” a nivel de la elites y hacerlas funcionales al modelo delibre mercado de esta democracia en la medida de lo posible.
El significado de la derrota del duopolio en Valparaíso, para quienes participan de la institucionalidad electoral, es un ejemplo y un gran estímulo para la conformación de movimientos similares a lo largo del territorio nacional, que puede llegar a cristalizar en un Frente de carácter nacional capaz de competir con éxito en las futuras elecciones parlamentarias y presidenciales.
La celebración del triunfo de Sharp en Valparaíso la tarde-noche del día domingo contó con la presencia de miles de simpatizantes. Una columna encabezada por Jorge Sharp se desplazó desde Avenida Argentina hasta la Plaza Victoria y quienes se dieron cita allí también partieron en columna por Avenida Pedro Montt para encontrarse ambas a la altura de la Plaza del Pueblo y en medio de abrazos, cánticos y muestras de pletórica alegría, se reunieron para confluir en un solo bloque hacia la Plaza Victoria. La siempre iluminada plaza esta vez estaba completamente a oscuras, tal vez una manera despiadada de disconformidad con la derrota sufrida por parte de los partidarios del Alcalde saliente. Pero esto en nada opaco ni quitó brillo al discurso del candidato vencedor y las inmensas muestras de emotiva celebración de parte de los cerca de de tres mil asistentes. La mayoría de ellos jóvenes, estudiantes, muchachos y muchachas, pero también muchas compañeras y compañeros de lucha antidictatorial de los años ochenta, junto a pobladores, pobladoras, familias porteñas, etc., que también siempre están presentes en las movilizaciones callejeras
Esta vez la canción el Pueblo Unido Jamás Será Vencido, brotó en forma espontánea con una fuerza proveniente de las entrañas emotivas de un triunfo verdadero, con una sensación emotiva muy similar a la observada durante la celebración del triunfo del NO. Jorge Sharp, al iniciar sus palabras, planteó que esta victoria representa a “ los olvidados, a los abandonados, a los que no les llegó la alegría…”. Sin duda esta inmensa alegría trasmitía la pasión y la mística con la que trabajaron todos y todas para logran este importante triunfo electoral.
Por otro lado, no se puede obviar que en estas elecciones otro “hecho histórico”, de enorme magnitud, lo constituyó el elevado porcentaje de abstención electoral que alcanzó el 65% a nivel nacional y el 70% a nivel de la región de Valparaíso.
Para las elites y el poder, en cambio, da lo mismo el porcentaje de votantes, ya que la institucionalidad construida en dictadura sigue funcionando sin ningún problema y los análisis que se trasmiten en los medios de comunicación tradicionales, si bien lo mencionan como un hecho relevante, terminan analizando cifras, ganadores y perdedores dentro del exiguo porcentaje del 35% de electores que acudieron a sufragar. Total, “las instituciones funcionan”.
Esto, en cambio, debiera ser muy significativo y cuestionador para quienes postulan como la máxima expresión de democracia el acto de votar cada cuatro años.
El resultado de esta altísima abstención constituye una especie de Plebiscito que refleja el descontento generalizado a nivel de los sectores populares y la ciudadanía en general.
Sin embargo, para muchos de quienes votaron, este universo solo representa a los parias del sistema, quienes no tienen “ningún derecho a reclamar”, por no participar de las elecciones.
Es cierto que el universo abstencionista es muy heterogéneo, complejo y difícil de definir, ya que allí confluyen quienes “no están ni ahí con la política”, los que no votan porque les da flojera, los que se definen como “apolíticos”, quienes dicen que da lo mismo votar ya que “las colusiones y la corrupción solo cambian de rostro”, etc. Pero también están aquellos que lo hacen desde una opción ideológica ante la institucionalidad vigente, a la que desconocen su legitimidad por haber sido creada bajo la dictadura cívico militar y ser funcional a los intereses de los poderosos de siempre. En este último ámbito hay que destacar asimismo la opción de llamar a no participar en las elecciones decidida por algunas organizaciones Mapuche, quienes realizaron acciones directas de boicot en contra del acto electoral en su territorio.
Naturalmente que es muy difícil cuantificar el porcentaje de las diferentes opciones presentes en este vasto universo abstencionista, pero no hay que despreciarlo.
Desgraciadamente esta postura abstencionista es ferozmente criticada, como si votar o no votar te transformara en mejor o peor persona o significara que estás fuera de toda realidad y participación política.
Así como es respetable la postura de quienes participan de esta institucionalidad, también lo es de quienes no participan de ella y piensan que es necesario construir una institucionalidad distinta, donde el significado central de la democracia sea la participación directa, a partir de los problemas concretos que afectan a los diferentes sectores populares, ámbitos sectoriales y territoriales, para desde allí desarrollar organizaciones capaces de buscar los caminos de lucha, solución y conquista de dichos derechos. Y ese camino, por largo, difícil y complejo que sea, no será producto de “iluminados o estadistas”, sino de una elaboración y construcción colectiva de largo plazo.
Esto tampoco significa estar en contra de quienes levantan alternativas novedosas y distintas dentro de la institucionalidad vigente, dignas de ser destacadas y reconocidas como la que representa el movimiento Ciudadano de Valparaíso, sino simplemente tener, hoy en día, una postura diferente.
La lucha en contra del modelo neoliberal implementado por la dictadura cívico militar es multifacética y, por lo tanto, a mi modo de ver, el acto de votar es solo una expresión más de ella, pero no tiene la fuerza transformadora que se pregona en la situación actual de nuestro país, con una serie de amarras y limitantes definidas por la propia institucionalidad vigente, que las alianzas en el poder no han tenido la voluntad política de cambiar.
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