El pasado miércoles 5 de junio se dio inicio en el auditorio del Colegio Regional de Cirujano Dentistas al ciclo cultural que se ha programado para el presente año, en actividades abiertas a público general. En la ocasión se presentó el poemario de William Vilches Flores, titulado “Para convocar a los ancestros”, de Ediciones Casa de Barro. Vilches, además de poeta, siguiendo una tradición en las letras chilenas, es abogado y juez en el área penal en el Poder Judicial. El libro fue presentado por Cristian Cruz, poeta, a nombre de la editorial, quien hizo una síntesis de la trayectoria de Vilches hasta llegar a este, su cuarto libro de poemas, para posteriormente resaltar la importancia del arduo proceso de edición, fundamental como vía de depuración y enriquecimiento del texto, una tarea a la par entre editor y poeta. En segunda instancia, Claudio Guerrero, poeta, ensayista y profesor de literatura en la Universidad Católica de Valparaíso, realizó una exploración analítica de la obra además de situarla en el contexto de la poesía chilena actual y su relación con poéticas de antecesores. En este sentido, según su visión, las temáticas y tono general de los poemas nos remiten a la tradición lárica cultivada por Jorge Teillier y otros poetas en los años sesenta del siglo XX, en una línea continuidad que él adscribe a lo que llama Neolarismo, en el entendido que, a pesar de esta línea de continuidad, Vilches incorpora elementos propios lo que no impide que establezca puentes con sus predecesores. En este ubicar la poesía del autor en la tradición lárica, hace hincapié que representa una suerte de resistencia al individualismo de la sociedad en que hoy vivimos, un mundo semi degradado, poesía que apela al rescate de lazos de amistad, del tejido social comunitario, en franca lucha contra la desmemoria, como el poema que da comienzo a la obra:
La Puerta de la Memoria
Entonces abrí la puerta de la memoria/ y desde el umbral vi el silabario, / unos cuantos perros y gatos/ el Sol tras la montaña apareciendo, / los amigos en la calle, / el primer amor, las risas en el aire, / la luna en el pozo reflejada, / una estrella brillando en mi ventana, / el camión en marcha del abuelo, / mis padres y hermanos/ y los ancestros que nunca me han dejado. / Allí estaban las cosas que creía olvidadas.
William Vilches, originario del pueblo El Melón, región de Valparaíso, nos invita a adentrarnos a un viaje a su mundo personal, donde afloran nostalgias y recuerdos, una invitación para ver con los ojos de Anteo la magia de los seres y las cosas cotidianas para recuperar los sentidos o reafirmar la memoria que descansa en la evocación del pasado, al decir de Biviana Hernández, con palabras en la contratapa del libro, la que también agrega, ante la palabra que resiste el pulso del olvido y la desaparición: Por eso el poeta persevera, obstinado, en abrir la puerta dela memoria cual acto luminoso, de honesta comunicación con los muertos, de abierta esperanza por la efímera belleza del canto de un gallo al atardecer. Cruzar esa puerta implica el riesgo de perderse, pero al mismo tiempo la oportunidad de comunicación con el padre: aprender a hablar y a escuchar desde el polvo de sus huesos cimbreantes.
William Vilches Flores |
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