Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 29 de septiembre 2015
Cuarenta y dos años después de la muerte y desaparición del cuerpo del sacerdote Miguel Woodward sus amigas, amigos, compañeras y compañeros, integrantes de colectivos y organizaciones de Derechos Humanos, realizaron este domingo 27 de septiembre un acto y homenaje en su recuerdo en el Memorial ubicado en el Cementerio de Playa Ancha. Debajo de este lugar existe una fosa común en donde se sospecha, según datos entregados por algunos testigos, estaría el cuerpo de Miguel Woodward el cual, pese a varios intentos por encontrarlo, sigue siendo un Detenido Desaparecido.
Curiosamente en el sector del Memorial se han ido agregando placas de personas que estaban enterradas en distintos lugares del Cementerio Playa Ancha, pero como sus deudos no pudieron seguir cancelando los costos de la mantención de las tumbas, sus cuerpos fueron también a parar a fosas comunes sin poder saber ellos dónde están y por esta razón son considerados por sus familiares como “desaparecidos”.
Como el Memorial está dedicado a un sacerdote Detenido Desaparecido, han considerado apropiado ubicar también allí un lugar en el cual puedan ir a recordar a sus seres queridos y al hacer esto, han conocido parte de la historia de este luchador popular.
Esto, a mi parecer, constituye una llamativa simbiosis de memoria creada por los propios sectores populares.
La opción preferencial por los pobres tomada por Miguel Woodward en la década de los años sesenta, como práctica concreta de su concepción cristiana, lo llevó a trabajar como un cura obrero junto con los trabajadores en el Astillero de Las Habas y a movilizarse con los pobladores sin casa en las tomas de terrenos en los cerros de Valparaíso para obtener un lugar dónde vivir. Fue Miembro de “Cristianos por el Socialismo” y Militante del Movimiento de acción Popular Unitaria (MAPU). Esta práctica de lucha junto a los pobres de la ciudad estimulando la solidaridad y organización popular fue precisamente su “pecado” y el argumento empleado por la Armada después del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 para detenerlo y torturarlo, trasladándolo desde su lugar de residencia en el Cerro Placeres a distintos sitios de detención, como la Universidad Santa María, la Academia de Guerra Naval y el Buque Escuela Esmeralda donde finalmente falleció. Desde allí fue trasladado hasta el Hospital Naval y posteriormente su cuerpo es enterrado clandestinamente en una fosa común del Cementerio Playa Ancha.
Pero la memoria de este sacerdote comprometido con las luchas populares sigue viva actualmente en el funcionamiento del Comedor Popular Comunitario Miguel Woodward, que proporciona almuerzos a sectores de estudiantes universitarios de escasos recursos a un bajo costo ( 700 pesos), pero no como un acto de caridad, sino como una acción de solidaridad.
Los estudiantes que asisten a este comedor tienen la posibilidad de conocer parte de nuestra memoria histórica reciente a través de la historia de lucha comprometida de este sacerdote, pudiendo así confrontarla con su propia realidad social actual. Al mismo tiempo pueden participar en distintas actividades realizadas en dicho lugar y colaborar también con la mantención del comedor mismo. Incluso hay algunos de ellos hoy convertidos en profesionales que continúan entregando su aporte solidario.
Este comedor nace el año 2007 como una iniciativa de Jaime Contreras, compañero de lucha y amigo de Miguel Woodward y hoy - aún cuando Jaime falleció hace varios años- sigue funcionando gracias al empuje de su compañera Myriam y a la colaboración y aporte desinteresado de un grupo de voluntarias y voluntarios anónimos quienes, además, se turnan diariamente para preparar los almuerzos.
El día que visité el Comedor, ubicado en la calle Tomás Ramos N° 170, habían llegado tres alumnos de segundo año de Sociología de la Universidad Viña del Mar a trabajar allí, como parte de una práctica académica centrada en el trabajo comunitario. Al conocer brevemente, por parte de Myriam, la historia de la gestación y funcionamiento de este comedor, la definieron como una experiencia que podría incluirse dentro de la concepción del poder popular.
Sin duda, los principios llevados adelante por Miguel Woodward en la acción concreta por la conquista y la defensa de los derechos de los sectores más desposeídos durante el gobierno de la Unidad Popular, aparecen completamente vigentes hoy día.
El Comedor Comunitario constituye una hermosa iniciativa en donde la memoria se transforma en una acción concreta de organización popular y solidaridad.
Cuarenta y dos años después de la muerte y desaparición del cuerpo del sacerdote Miguel Woodward sus amigas, amigos, compañeras y compañeros, integrantes de colectivos y organizaciones de Derechos Humanos, realizaron este domingo 27 de septiembre un acto y homenaje en su recuerdo en el Memorial ubicado en el Cementerio de Playa Ancha. Debajo de este lugar existe una fosa común en donde se sospecha, según datos entregados por algunos testigos, estaría el cuerpo de Miguel Woodward el cual, pese a varios intentos por encontrarlo, sigue siendo un Detenido Desaparecido.
Curiosamente en el sector del Memorial se han ido agregando placas de personas que estaban enterradas en distintos lugares del Cementerio Playa Ancha, pero como sus deudos no pudieron seguir cancelando los costos de la mantención de las tumbas, sus cuerpos fueron también a parar a fosas comunes sin poder saber ellos dónde están y por esta razón son considerados por sus familiares como “desaparecidos”.
Como el Memorial está dedicado a un sacerdote Detenido Desaparecido, han considerado apropiado ubicar también allí un lugar en el cual puedan ir a recordar a sus seres queridos y al hacer esto, han conocido parte de la historia de este luchador popular.
Esto, a mi parecer, constituye una llamativa simbiosis de memoria creada por los propios sectores populares.
La opción preferencial por los pobres tomada por Miguel Woodward en la década de los años sesenta, como práctica concreta de su concepción cristiana, lo llevó a trabajar como un cura obrero junto con los trabajadores en el Astillero de Las Habas y a movilizarse con los pobladores sin casa en las tomas de terrenos en los cerros de Valparaíso para obtener un lugar dónde vivir. Fue Miembro de “Cristianos por el Socialismo” y Militante del Movimiento de acción Popular Unitaria (MAPU). Esta práctica de lucha junto a los pobres de la ciudad estimulando la solidaridad y organización popular fue precisamente su “pecado” y el argumento empleado por la Armada después del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 para detenerlo y torturarlo, trasladándolo desde su lugar de residencia en el Cerro Placeres a distintos sitios de detención, como la Universidad Santa María, la Academia de Guerra Naval y el Buque Escuela Esmeralda donde finalmente falleció. Desde allí fue trasladado hasta el Hospital Naval y posteriormente su cuerpo es enterrado clandestinamente en una fosa común del Cementerio Playa Ancha.
Pero la memoria de este sacerdote comprometido con las luchas populares sigue viva actualmente en el funcionamiento del Comedor Popular Comunitario Miguel Woodward, que proporciona almuerzos a sectores de estudiantes universitarios de escasos recursos a un bajo costo ( 700 pesos), pero no como un acto de caridad, sino como una acción de solidaridad.
Los estudiantes que asisten a este comedor tienen la posibilidad de conocer parte de nuestra memoria histórica reciente a través de la historia de lucha comprometida de este sacerdote, pudiendo así confrontarla con su propia realidad social actual. Al mismo tiempo pueden participar en distintas actividades realizadas en dicho lugar y colaborar también con la mantención del comedor mismo. Incluso hay algunos de ellos hoy convertidos en profesionales que continúan entregando su aporte solidario.
Este comedor nace el año 2007 como una iniciativa de Jaime Contreras, compañero de lucha y amigo de Miguel Woodward y hoy - aún cuando Jaime falleció hace varios años- sigue funcionando gracias al empuje de su compañera Myriam y a la colaboración y aporte desinteresado de un grupo de voluntarias y voluntarios anónimos quienes, además, se turnan diariamente para preparar los almuerzos.
El día que visité el Comedor, ubicado en la calle Tomás Ramos N° 170, habían llegado tres alumnos de segundo año de Sociología de la Universidad Viña del Mar a trabajar allí, como parte de una práctica académica centrada en el trabajo comunitario. Al conocer brevemente, por parte de Myriam, la historia de la gestación y funcionamiento de este comedor, la definieron como una experiencia que podría incluirse dentro de la concepción del poder popular.
Sin duda, los principios llevados adelante por Miguel Woodward en la acción concreta por la conquista y la defensa de los derechos de los sectores más desposeídos durante el gobierno de la Unidad Popular, aparecen completamente vigentes hoy día.
El Comedor Comunitario constituye una hermosa iniciativa en donde la memoria se transforma en una acción concreta de organización popular y solidaridad.
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