Las denominadas elecciones más importantes
de la historia de Chile, concepto ampliamente amplificado a través de los
medios de comunicación y las redes sociales, concitaron el apoyo de tan solo el
43,35% de los chilenos y chilenas habilitadas para sufragar. Es decir que hay
un mayoritario 56,25% que no participó en ellas y, siendo riguroso con las
cifras, el “partido de la abstención” fue el ganador absoluto. Este es un dato
que no debe dejarse de lado al hacer un balance inicial de las jornadas
electorales del 15 y16 de mayo, aún cuando al interior de ese gran porcentaje
de no votantes existan un sinnúmero de motivaciones que van desde la desidia
hasta la opción política meditada. La pandemia puede haber influido en esta
baja participación, pero creo que por sí sola no la explica cabalmente.
Teniendo en claro las cifras anteriormente
expuestas se pueden aventurar algunas reflexiones ante la nueva situación
política que comienza a conformarse de aquí en adelante. Es todavía un camino a
construir, donde necesariamente tendrán
que tomarse opciones y decisiones políticas tácticas, tanto desde los sectores
del pueblo rebelde que decidieron participar como independientes en las listas
que los propios sectores y movimientos sociales levantaron, como de parte de
aquellos sectores que políticamente optaron por no participar en estas
elecciones inde Convencionales Constituyentes, continuando un camino
extraparlamentario en la búsqueda de consolidar, ampliar y coordinar distintas
organizaciones populares territoriales y sectoriales de base, tendientes a
construir un Movimiento Popular esencialmente anticapitalista y antipatriarcal.
En términos generales es evidente que los
grandes derrotados en estas elecciones son las derechas políticas representadas
por Chile Vamos y los partidos de la ex Concertación; y por contraparte los
grandes ganadores son los independientes provenientes del movimiento social,
junto con el Partido Comunista y el Frente Amplio. Esto quedó también de
manifiesto en las elecciones de Gobernadores, Alcaldes y Concejales.
Una de las tantas causas de esta debacle en
los partidos políticos de derecha que merece ser mencionada, es, a mi parecer,
la dificultad que tuvo la derecha política para desplegar campañas
publicitarias de propaganda electoral como tradicionalmente hacía, llegando con
engaños y regalías a los sectores más necesitados, debido a los grandes
recursos económicos que siempre tiene a su disposición, ya que esta vez la
pandemia y sus cuarentenas no se lo permitió, mientras por otra parte las y los
sectores rebeldes que decidieron participar en estas elecciones estuvieron con
sus organizaciones populares territoriales organizadas y trabajando en campañas
de solidaridad y sobrevivencia, formando parte del pueblo que acudió a votar en
contra del gobierno y la clase política tradicional. Tuvieron de esta manera la
capacidad de desarrollar campaña directa en los sectores y territorios, como
también elaborar creativas propagandas a través de las redes sociales. Hay que
agregar a lo anteriormente expuesto el hastío general de gran parte de la
población chilena con la “clase política”, que c la llevó a preferir las listas
de candidatos independientes como una forma de protesta ante décadas de
marginación y abusos.
Las proyecciones que realicé en numerosas reflexiones
anteriores respecto a que la derecha dura lograra fácilmente los escaños
necesarios para asegurar 1/3 o más de representantes de Convencionales
Constituyentes fueron totalmente erróneas y los resultados electorales así lo
demuestran. Cabe hacer esta necesaria autocrítica.
Sin embargo, no debemos olvidar que este
proceso electoral y el proceso constitucional en curso siguen desarrollándose
dentro de los marcos institucionales del sistema capitalista en su expresión
neoliberal, por lo que el cuestionamiento de fondo a este proceso sigue siendo
válido y necesario de recalcar. De igual forma se abre un espacio en este nuevo
escenario donde pueden confluir nuevamente los sectores del pueblo rebelde que
participaron en las elecciones y también del que no lo hizo, para realizar acciones conjuntas
que permitan seguir construyendo organización y acumulación de fuerza para el
Movimiento Popular extra parlamentario anticapitalista y antipatriarcal en
formación.
Ahora, de una u otra manera, la ordenada mesa de ajedrez meticulosamente elaborada por la clase política institucional fue desordenada significativamente por la irrupción de un número muy importante de Convencionales Constituyentes provenientes del movimiento social rebelde. La gran mayoría de ellas y ellos agrupados en “La Lista del Pueblo”. Hay también una cantidad de “independientes” cuya sensibilidad o postura política se identifica con los ex partidos de la Concertación y en menor medida con la derecha de Chile Vamos. En relación con los escaños reservados a los pueblos originarios, un número importante de ellos, con sus particularidades y cosmovisiones, están cercanos(as), a mi entender, al movimiento social rebelde.
Dentro de esta mezcla multicolor de Convencionales Constituyentes se producirán sin duda alguna intensos debates y dificultades para avanzar en el nuevo articulado constitucional, puesto que hay que tener siempre presente las normas legales establecidas para tal efecto, en donde el quórum de los 2/3 constituye la espada de Damocles pronta a romper cualquier iniciativa proveniente de los sectores populares en temas relevantes relacionados con el sistema capitalista en su expresión neoliberal. Allí las dos derechas, representadas por los Convencionales de Chile Vamos y la ex Concertación jugarán un papel importante buscando los acuerdos que busquen impedir aquello. Tampoco puede soslayarse la inviolabilidad de los Tratados Comerciales Internacionales suscritos por Chile, que son pilares importantes en donde se apoya el modelo neoliberal, tratados que no pueden ser revisado ni menos modificados en la Convención Constitucional, ya que el Estado chileno podría sufrir querellas. Esto ha quedado recientemente demostrado con el reclamo formal que hizo llegar al gobierno de Chile una empresa estadounidense debido a la reforma constitucional aprobada que permite el retiro del 10% de las rentas vitalicias, lo que a juicio de esta empresa iría en contra de sus intereses comerciales.
Pese a todo el complejo e incierto panorama
político, debido a las fuerzas antagónicas que se enfrentaran en la Convención
Constitucional, en esta nueva coyuntura post elecciones que se está
configurando nos enconcontramos ante un nuevo escenario donde los sectores
populares rebeldes que no participaron de este proceso electoral institucional
– sectores cuya magnitud, organización y potencia no puede ser cuantificado ni
tampoco se puede especular sobre su real capacidad política- deberán tomar
nuevas definiciones tácticas respecto a cómo sobrepasar y/o romper los
estrechos marcos de la institucionalidad en que deberá funcionar la Convención
Constitucional, uniéndose en la acción para ir avanzando en dicho objetivo con
los sectores populares rebeldes que optaron por participar dentro de la
institucionalidad, para tratar de retomar con fuerza las movilizaciones, la
lucha callejera y territorial, pero sin dejar de lado el objetivo estratégico
de continuar construyendo un movimiento popular autónomo e independiente, que
avance por caminos extraparlamentarios propios en la construcción de Poder Popular.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 17
Mayo 2021
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