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Caja oscura
En la vieja fotografía en sepia
el abuelo posa para la posteridad.
Cien años después soy la
posteridad que observa la foto.
Idénticos gestos, la misma mirada,
encendiendo la mecha del misterio.
¿Qué hacía esta fotografía en medio de
/la nada.
Una caja oscura de imágenes anónimas
en una feria de la ciudad?
Esclusa
El barco se detiene en la esclusa
/entre las dos compuertas.
Se cierra la que recién atravesamos y se abre la que nos
enfrenta.
Poco a poco se iguala el nivel de las aguas
y podemos continuar.
Navegar entre diferentes horizontes
es lo que hacemos a lo largo de la vida.
Un poema que recuerda un paseo en el archipiélago
de Estocolmo es una prueba
de ello.
El poema es un barco que se mece,
entre aguas que suben y bajan.
Primeras maniobras
al despertar
Descorrer los visillos para que entre el día.
Sacudir los vestigios de la noche.
Vislumbrar en el trino de los pájaros
/la
poesía de lo cotidiano.
En fin.
Lavar las palabras.
Así, como se lava el rostro.
Safari
Aúllan los perros temprano en la mañana,
cuando en la iglesia doblan las campanas.
Más tarde es el timbre de la casa,
y al ojear por la ventana
me escondo de los Testigos.
Todo es inútil en el descanso dominguero,
pues luego se turnan
predicadores canutos
y el dúo de ventas mormón.
Al séptimo día descansarás dispuso el creador,
que no contaba con las disputas en su nombre.
De tribus que se toman las calles en una lucha sin cuartel,
en una verdadera, cacería de almas.
Cuarentena
Todos los días lo mismo, me dices,
mientras untas un trozo de pan con mermelada.
En el matinal hablan del reporte diario, de
contagiados
/ y muertos
por el virus,
y de cómo va la pandemia en otros lugares del mundo.
Todos los días lo mismo, Internet,
el trabajo desde casa, los mensajes de wasap.
Y en el atardecer repetido, extiendes en el pan la
mermelada y
se puebla de muertos el noticiero nocturno.
Entonces te digo que me suceden cosas extrañas,
que de tanto leer sueño que estoy dentro de un libro,
y que además se me pierden los poemas que escribo.
Tú no te inmutas y abres la puerta del patio,
y observo como ingresa una pequeña luz que camina,
coge un papel de mi escritorio y se come mi último
poema.
Me asusto pensando que se trata del virus.
Me miras y arqueas tus cejas en un gesto resignado.
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