Si bien desde niño me gustaban las películas, sólo a eso de los 15 años empecé a interesarme en aprender algo más de cine. No existía internet. El acceso a la información y a películas era limitado. Recuerdo haber tenido que viajar a Santiago para poder ver aquellos clásicos que no llegaban a la región, o buscar en bibliotecas algún libro de cine o la biografía de un gran director. Fueron las columnas de Alfredo Barría –publicadas en el Mercurio de Valpo. o en folletos que se editaban entre el Normandie y el Cine Arte de Viña- un material precioso y de fácil acceso que me permitió ir profundizando los conocimientos cinematográficos.
Aún en el colegio, en vísperas de los 100 años del cine, organicé junto a un amigo un ciclo de cine italiano. Con ayuda de la Mirella Forno conseguimos a un invitado de lujo para la clausura: el gran crítico de cine Alfredo Barría. Tras su brillante exposición, nos fuimos a almorzar al casino del colegio. Yo me sentía nervioso y no sabía cómo tratar a esta enciclopedia del séptimo arte. Sin embargo, su sencillez y simpatía hicieron que la conversación fluyera en completa normalidad. Recuerdo, entre otras cosas, que nos ofreció su ayuda y nos recomendó hacer un cine fórum con amigos.
Tras ese primer encuentro solíamos tomarnos un café de vez en cuando. En 2010 me metí en una investigación sobre las influencias de Cesare Zavattini en el cine chileno y nuevamente pedí la ayuda de Alfredo. Con la misma sencillez y gentileza de siempre, acudió entusiasta al sólito café y sus sugerencias e ideas fueron fundamentales para escribir el pequeño libro sobre las influencias del italiano.
Nuestro último encuentro fue hace un par de años. Estaba débil y flaco por un cáncer que casi lo había matado. También estaba triste por la partida de su compañera. Sin embargo, con la misma sencillez y simpatía que lo caracterizaban, me contó que había encontrado un material inédito de Roberto Rossellini.
A pesar que nuestros encuentros eran esporádicos, extrañaré nuestros cafés. Es inevitable la sensación de desamparo cuando comprobamos que quedan menos personas con quien conversar. No me queda más que sentirme afortunado por haber sido amigo de Alfredo. Lo recordaré sonriente, culto y sencillo. Espero que ya lo estén recibiendo con honores Bergman, Kurosawa y Fellini.
Silvio Cuneo Nash
Recordamos los atinados comentarios de Alfredo Barria en el "Mercurial" Mercurio por aquellos años,asi como las veladas cinefilas con muchos amigos y tambien generosos "cocktails party"en casi al filo de la Medianoche En una estancia vasta creo que vendian autos o se llamaba "Autos Meneses".Mucho trago del bueno y refinado muchos canapes generosos,ofrecidos por muy bellas jovenes y amables chicas en bandejas ellas pareceian hostess de refinado avion inter-continental Estabamos todos los que estabamos el amigo Orlando Walther Muñoz y su pasion por Chabrol,nuestra amiga Marcia Oreille tambien doña Marianela,Juan Flores con el gestor del cine Forum Nelson Cabrera y el doctor Meneses siempre vital y vitalista cineasta del Van Buren y muchos muchisimos mas disfrutando la charla amena y los entremeses generosos Tambien politicos que siempre los hay Garay y el perstigioso catedratico y escritor escribidor don Agustin Squella etc etc Estos eventos eran mas o menos una vez por año donde eramos un inmenso rebaño Los vasos de refinados nos sonaban a muy hermosas crateras nocturnas,evocando el universo fantastico del cine con Tarkowsky y la reciente vista en entrañable cine Velarde ahora ya cine Municipal Donde a veces nuestro amigo Alfredo Barria nos obsequiaba las entradas atendiendonos en los pisos superiores de ese cine y cu cariñoso Foyer que me conocia desde los 8 años...en los matinales con mi joven madre por entonces Todos esos recuerdos estan vinculado a Alfredo Barria y los amigos de siempre....osea.....las viejas amistades
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