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"QUE NO SE LO LLEVE EL VIENTO", LIBRO DE VALERIA VARAS .Dolorosas experiencias de prisión y tortura en recinto de la armada de chile

Si olvido   /   mis hijos cargarán la ira   /   Si no olvido   /   le pongo nombre a la justicia                    /y a ellos   /   les nacerán alas                                                                                                                         (Poema “Futuro”, Valeria Varas)

El viernes 12 de agosto en la Sala de Lecturas de la Ex Cárcel de Valparaíso, hoy Parque Cultural, se efectuó el lanzamiento del libro “Que no se lo Lleve el Viento”, de la autora Valeria Varas. Esta actividad fue organizada por el Colectivo de Ex Presos Políticos de Valparaíso y participaron como panelistas Daniela Retamales Aguilar, Sicóloga y amante de la literatura, Alejandro Banda Pérez, Profesor, Investigador Independiente y Poeta, y la escritora Valeria Varas, de profesión Antropóloga.

 Los relatos testimoniales de prisión política y tortura son siempre desgarradores, tanto para quien los escribe como también para quienes los leen.

Valeria Varas en el libro expone sus dolorosas experiencias de prisión y tortura en distintos recintos de la Armada de Chile en Valparaíso, como la Academia de Guerra Naval, el Cuartel Silva Palma y el Buque Lebu. Una de las características principales de este encuentro fue la emoción, pues los sentimientos brotaron en forma espontánea y libre entre las y los presentes, invadiendo el íntimo ambiente de la pequeña sala de lectura.   

Como comentó la propia autora del libro, relatar lo ocurrido, dar a conocer la verdad de lo acontecido, permite que crezcan alas liberadoras en quienes los escuchan y conocen. Eso lo expresa de manera muy potente Valeria Varas en el poema “Futuro”, de su poemario “Memoria en Mi”, editado en San José de Costa Rica el año 2010, poema que he transcrito el inicio de esta crónica.

Al dar por iniciada la presentación, María Esperanza Bonifaz, moderadora de este conversatorio, respecto a la autora expresó entre otras cosas que “luego de ser liberada se vio obligada a salir al exilio radicándose en Costa Rica. En la actualidad es cofundadora de la Sociedad Costarricense de Escritoras y pertenece a la Sociedad de Escritores de Chile. Tiene siete poemarios publicados en Costa Rica (…) en Chile publicó el libro juvenil “Catete”, hay cuentos suyos en la antología “Mujeres al Centro”, relatos y ficciones de escritoras centroamericanas, de Guatemala. Ha escrito y publicado tres obras de teatro (…) Ha dedicado su vida laboral al trabajo con mujeres...”

 

En primer lugar, hizo uso de la palabra FLOR MUÑOZ, integrante del Colectivo de ex Presas y ex Presos Políticos de Valparaíso, expresando en parte de su intervención:

“Les agradecemos de estar aquí congregados para el lanzamiento del libro que nos regala nuestra querida amiga Valeria Varas, no solo por atreverse a develar una historia tan íntima, sino para dar valor a la memoria sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas a partir del 11 de septiembre de 1973 (…) Estos escritos estuvieron más de 45 años guardados (…) estaba presente su nerviosismo a cuál sería la reacción de su familia, especialmente de sus dos hijos. Después de darle muchas vueltas decidió divulgarlos porque constantemente resonaban en sus oídos las palabras de una de las detenidas que dijo, por favor, que alguien escriba, que cuente lo que aquí ha pasado, para que el mundo sepa todo lo que ocurrió en este lugar, y que no se lo lleve el viento.”

DANIELA RETAMALES, al comentar el libro de Valeria manifestó lo siguiente:

“Escribí algo en relación con lo que el libro no solo me hizo pensar, sino sentir. Como dicen, las palabras se las lleva el viento y son los libros el ancla para que la memoria no se vaya volando.

Este desgarrador libro se debe leer porque es historia, nuestra historia, como chilenas, pero también como mujer, porque estas palabras cuentan la violencia machista histórica hacia los cuerpos feminizados y sobre todo hacia las mujeres (…)

Es un deber leer este libro por la época que estamos viviendo. Dicen que la memoria es frágil. La tinta sobre la hoja nos ayuda a recordar lo olvidado. La sociedad, el poder, la cultura y el Estado constantemente envuelve mi cuerpo en el olvido social de la violencia ejercida hacia los cuerpos femeninos. Este libro nos viene a recordar la fuerza de la lucha femenina, su capacidad de sororidad y de resiliencia. “Que no se lo lleve el viento” es un libro desgarrador, poéticamente desgarrador, escrito por Valeria, una sobreviviente de tortura en el Lebu. Se habla de la violencia vivida por las mujeres presas, la sororidad dentro del infierno…”

Por su parte, ALEJANDRO BANDA, en parte del comentario y análisis del libro expresó:

“El libro “Que no se lo lleve el viento”, de Valeria Varas, hace memoria, y no memoria de mercado, al representar de manera sostenida la devastación del sujeto social y las secuelas que dejó la dictadura militar en Chile. A través de su relato testimonial capturado estéticamente con recursos literarios donde hay recuerdos, ensoñaciones y poesías, reconstruye la tormentosa experiencia vivida durante aquellos años, gestando el retrato de individuos ya no testigos, sino víctimas que sucumbieron de manera directa bajo el autoritarismo dictatorial.

Cuando hablo de memoria de mercado hago alusión al olvido orquestado por el modelo económico imperante que pretende reemplazar los recuerdos incómodos del pasado dictatorial por lo nuevo y liviano (…)

En una primera dimensión en el texto se relatan la detención y las tortura vividas por la autora en la Escuela Naval, en el Lebu y en el Cuartel Silva Palma, junto con la angustia de los días posteriores donde la narradora es acosada en Quillota por un ex funcionario de la Armada antes de salir de Chile.

En una segunda dimensión narrativa, la experiencia que relata se entrelaza con otros textos que, a modo de respiro, son más literarios, evocadores, de un tiempo fuera del tiempo cronológico, donde a través de íntimos recuerdos podemos conocer algo más de su infancia, del norte de Chile junto a su padre, de momentos donde la protagonista se sintió libre y acogida, cabalgando en el extranjero en otro momento, o rodeada real o imaginariamente por mariposas. En uno de esos textos la autora expresa: “en el espacio sucio y maloliente de mi encierro, el piar y el graznar de la existencia en toda su magnitud, vienen a mi mente y me recuerdan que hay una inmensidad de vida más allá del dolor.”

Como parte final de esta presentación, Valeria Varas entregó su testimonio en relación con el libro:

“Cuando yo me sentía muy mal en Chile, la única manera que tenía de salir adelante era escribir cosas, sobre todo de las compañeras, de lo que estaban pasando, de lo que estaban viviendo, de los relatos que me hacían; algunas de esas vivencias están en el libro (…) Poco antes de la pandemia me dije que tenía que hacer algo con esto y no sabía, porque uno piensa que siempre hay gente que ha sufrido más que una y poner estas cosas en un libro me hacía reflexionar, pero razoné y el dolor no se mide por quien sufrió más, a quién le pusieron más de esto, a quién le hicieron más de esto otro, sino que el dolor es un sentimiento muy personal.

Una sale de la posición de víctima cuando abre la puerta y permite que esto se conozca, así nos vamos posicionando como una denunciante. Esto es muy cierto, porque como yo trabajé mucho con mujeres, las niñas víctimas de abuso sexual, incesto, sobre todo, una de las maneras más poderosas para poder salir de esa situación es que la madre y los familiares la apoyen y denuncien al abusador. Eso les permite ir saliendo y respirando.

En este caso del libro, sin ser víctima de incesto, de alguna manera hay alguna relación pues los hijos de la madre patria fueron quienes abusaron de nosotras e hicieron de los cuerpos de las mujeres su lugar para implantar todo su odio y su poder.

Mi poesía y lo que he escrito, mis obras de teatro, tienen que ver con el tema y escribir este libro es una manera de decir estamos poniéndonos en otro lugar, no en el lugar de víctimas. Igual que las niñas que fueron víctimas de abuso y de incesto, lo hacemos muchos años después, porque no estamos preparadas los primeros años, por eso se dice que a las víctimas de abuso sexual los países no pueden poner determinados años para hacer las denuncias, esto no debe prescribir. Hay gente que dice, mira, vino a los treinta años a decir que el papá abuso de ella, o el abuelo. Eso es porque no se está preparada, una tiene que tomar energía, fuerzas, para hacerlo.

Algunas compañeras han podido hacerlo antes, y a mí me pasó que solo ahora pude decidirme y decir este libro tiene que salir, tenemos que compartir estos sentimientos porque es importante que se conozcan. Además, Valparaíso ha sido uno de los lugares donde menos se ha conocido de lo que ha pasado. Los marinos pasan con sus uniformes brillantes como si nada. Torturaban, se duchaban, salían después a pasear con sus hijas, sus hijos, paseaban por la Avenida Valparaíso en Viña, muy elegantes y nadie los denunciaba que mientras tanto te ponían ratas en los pezones, te ponían electricidad, esto y lo otro, abusaban sexualmente (…) Es importante que se conozca lo que ese grupo de hombres hizo con nosotras.

Lo que he hecho en este libro es recoger todo eso que yo venía escribiendo para exponer todos esos dolores con los que no podía respirar (…) Antes no podía hacerlo, porque creía que si lo contaba me iba a contaminar de toda esa suciedad que había vivido. No le podía contar a nadie. Imagínense cuántos años después yo pude juntar esos papeles y armarlos en lo que es este libro.

Sin embargo, a nivel personal yo si escribía para poder descargar ese dolor. Contaba algo de lo que está aquí, lloraba y ya como que podía respirar. Como decía Borges, yo creo que el arte me salvó de la locura (…) Por eso en el libro hay poesías intercaladas, porque ellas permiten respirar en medio del dolor…”

Valeria lee con voz emocionada uno de los poemas presentes en el libro “Cantando me Defiendo”, que transcribo a continuación:

“Hemos sido exprimidas/pisoteadas/fermentadas/convertidas en vino. /En cárceles nos embodegaron/y poco a poco se sirvieron de nosotras/sedientos, corruptos. Embriagados dejaron correr sus instintos/por nuestros sueños, esperanzas. /Nos sentimos morir/cuando desnudas penetrábamos/por sus gargantas leprosas, /pero…estamos esperando. /Ellos, en su sopor demente/no se han dado cuenta que, por fuerza, /pronto tendremos que convertirnos/en vinagre. /Entonces/sentiremos nuestra victoria, /cuando sus bocas traposas/una vez más nos traguen/para acariciar sus gargantas, /maldecirán el día que nos exprimieron/e hicieron vino.”

La autora finalizó su exposición, agregando:

“Creo que los libros son ese vinagre que nosotras les entregamos (…)                                                  Cuando una escribe un libro lo revisa, lo vuelve a revisar, lo guarda y después lo vuelve a leer y revisar, pero este libro no lo podía revisar porque cada vez que lo hacía me producía tanto sufrimiento que no podía ni respirar, entonces los poemas que fui intercalando eran la manera de poder respirar, de poder soltarme, por eso el relato y los poemas van juntos en este libro (…) Hay cosas peores que sucedieron en Chile, pero este libro a mí me hace sufrir mucho, esos poemas, esos momentos de respiro, me permitían seguir trabajando el libro…”

 



Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 16 agosto 2022

 

 

 

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