Donde quiera vaya uno en este Chile neoliberal; en cada pueblo, villorrio, comunidad; sea de la costa o de la precordillera, norte o sur, asoma como si fuese un rasgo genético de nuestra idiosincrasia, un común denominador: el No Más. No a la termoeléctrica en Campiche, no a la destrucción de los glaciares, no a la HidroAysén, no a luz ductos de la planta de celulosa en la costa de Valdivia al norte-ductos que provocaron enfrentamientos entre pobladores de Mehuin y Missisipi, localidades vecinas, acicateadas por el dinero del capital-, no a la expansión de Minera Andina en Los Andes, al robo de aguas que hacen empresarios inescrupulosos Ovalle arriba, no al negocio del chip en Corral, no a la Ley Longueira que afecta la pesca artesanal de todo el país, y así, una larga y angosta faja de Noes de nunca acabar. Alguna de estas demandas logra, en rara ocasión, ser postergada, y los colmillos del gran capital en esta circunstancia esperan por su nueva oportunidad, a sabiendas de que las redes de influencia tarde o temprano harán su tarea. Sí, porque estos miles de no más se enfrentan a la codicia sin fondo de los grandes grupos económicos, avalados estos por gobiernos que extienden alfombras rojas a su sed depredadora.
Veinticinco años han transcurrido desde que se instalara esta pseudo democracia, tutelada o protegida, como se la quiera denominar, la gran traición a las luchas que dio el pueblo, y repito pueblo para reivindicar este concepto de ciudadanía, en la lucha que dio contra la dictadura. Y, ¿qué tenemos? El diagnóstico certero del senador Zaldívar, que en Chile no hay espacio para cocineras populares, sino solamente para la gran cocina goumert, esa que se da en ensamblaje de políticos y empresarios, financiada por los millones robados al país todo por estos ultimos. El pueblo ya despierta, poco a poco, y toma nota de que no se puede tolerar este contubernio de políticos corruptos y empresarios corruptores, y que el único modo de articular las demandas y hacer de nuestra patria realmente una tierra libre, es a través de una nueva Constitución, discutida y aprobada por la ciudadanía toda. Así sea.
Veinticinco años han transcurrido desde que se instalara esta pseudo democracia, tutelada o protegida, como se la quiera denominar, la gran traición a las luchas que dio el pueblo, y repito pueblo para reivindicar este concepto de ciudadanía, en la lucha que dio contra la dictadura. Y, ¿qué tenemos? El diagnóstico certero del senador Zaldívar, que en Chile no hay espacio para cocineras populares, sino solamente para la gran cocina goumert, esa que se da en ensamblaje de políticos y empresarios, financiada por los millones robados al país todo por estos ultimos. El pueblo ya despierta, poco a poco, y toma nota de que no se puede tolerar este contubernio de políticos corruptos y empresarios corruptores, y que el único modo de articular las demandas y hacer de nuestra patria realmente una tierra libre, es a través de una nueva Constitución, discutida y aprobada por la ciudadanía toda. Así sea.
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