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DE HUANCAYO A VALPARAÍSO: ROSTROS LUMINOSOS


En un muro de la calle Salvador Donoso en Valparaíso, los rostros potentes de Salvador Allende, Marta Brunet y Roberto Bolaño, impactan como un relámpago con sus luminosos colores, mostrándonos ese “brillo interno, el resplandor interior de las personas, que envuelve la palabra “ailla”, en idioma quechua”, según nos relata el autor de esta obra.
Me detengo a observar su trabajo y a conversar con el artista y así me entero que es peruano, que estudió Artes en la ciudad de Tacna, luego Sicología, pero optó por dedicarse al arte como oficio, “para poder viajar y conocer los países hermanos”, me cuenta.
Poco a poco voy conociendo de los trabajos realizados por él en Valparaíso durante estos pocos meses, como los murales en el cerro Concepción, “en la calle San Enrique, ahí tengo varios en el mismo muro, aparece una niña Mapuche, y al frente, donde hay una tienda, una joyería en plata y cobre, también he pintado esos muros.”

Tú me comentabas que, en general, te interesa rescatar retratos de personajes.
“Claro, después de que termine acá voy a ir a pintar en la calle Cumming a Nicanor Parra”
Y estos tres personajes, Salvador Allende, Marta Brunet y Bolaño, ¿cómo los elegiste?
“He tomado como referencia en este caso los lentes, porque los tres llevan gafas, ese es el hilo conductor, porque este es un muro de una óptica, ves. Por eso he propuesto estos personajes, que además son muy importantes para los chilenos.”
¿Siempre rescatas personajes en tus murales?
“No siempre, pero la mayoría de las veces sí, porque me gusta pintar mucho más rostros que paisajes. Eso es lo que más hago. Tengo una muestra de óleos que puedes ir a ver, está cerquita, en el restaurant Rossini.”
 Ahora entiendo por qué tu cara me parecía conocida, tú pintaste a Juan Olivares, el gran portero de Santiago Wanderers. Estuve en la ceremonia en donde se le hizo un reconocimiento a su trayectoria futbolística en el restaurant Rossini y  le hiciste entrega del retrato que le realizaste…. Por eso me parecía familiar tu cara.
“Claro, lo importante es que perdure el recuerdo de una persona que es admirable y que es un ejemplo para los demás.”

¿En Perú también tienes trabajos de arte urbano como estos?
“Claro, en Huancallo, en Chupaka, en Tacna, en Arequipa.”
Me imagino que desde pequeño tenías este talento
“Dibujar sí, pero la técnica la aprendí en mis estudios universitarios. Además siempre ha habido un ímpetu político por debajo, y tu pregunta me hace recordar que desde niño he visto en el arte esa propuesta de rescatar el aporte del mayor, del adulto, del ancestro.”
Y allá en Perú ¿qué personajes rescataste?
“Gente de Huancayo, de la idiosincrasia de Huancayo, porque yo soy originario de Chupaka, que es una localidad cercana, como decir Huancayo es Valparaíso, y Quilpué es Chupaka. Es en la sierra, con nevados a los lados. Es una ciudad bastante moderna, pero agrícola.”
¿Dibujaste alguna vez a José Carlos Mariategui?
“Si, en Moquegua su ciudad natal, pero hace varios años. Es probable que ahora pueda estar borrado. En Huancayo también dibujé a Mariategui.”
¿Y al escritor Arguedas?
“Ah… José María Arguedas… Claro a él también lo pinté. Me gusta mucho un detalle  de su obra “Los Ríos Profundos”. Allí hay un concepto que él investiga que es “illa”, una palabra en quechua que significa “el brillo interno”, y está es una palabra que también está presente en “killa”, que es luna. Se refiere al resplandor interior de las personas, a esa luz que todos tenemos. Eso lo aprendí leyendo a Arguedas. Luego está también el “taki ongoy”, el baile de la sangre.”
¿Dónde estudiaste Arte?
“En Tacna. Yo me he criado en Tacna, donde llegué cuando tenía 9 años. Como a los 24 años terminé la educación universitaria de Arte. Ahora tengo 32. Me fui para Huancayo con la intención  de despedirme de la ciudad, porque me iba a ir a otro país a seguir  estudiando Arte, y en conversaciones con mi familia y personas que habían influido en mi educación, me hicieron ver lo importante que era evidenciar en el arte el espíritu folclórico de mi ciudad natal, porque yo no tenía mucho de esa cultura, ya que me fui a los nueve años. Tenía la impronta de haber vivenciado, gozado, pero no el trasfondo, lo que se puede leer entre líneas, siendo ahora adulto, del folclor como expresión cultural y era algo que rescataba bastante a Arguedas, porque la vivencia del arte en Los Andes es íntima.                                                                                                         Las personas se vuelven actores en los días de danza, y la danza es parte de la comunidad. Es una actividad y festividad que involucra a todos. En la ciudad de Huancayo se dice que hay fiesta los 365 días del año. Hay tantos pueblos en el valle, porque es uno de los valles más grandes que hay, que en algún pueblito del valle va a haber fiesta uno de los 365 días. Hay dichos que tenemos respecto a eso, como por ejemplo “mientras Huancayo avanza, Jauja danza”. Jauja es otra ciudad donde hay mucho más fiestas, y también forma parte del valle. ¿Leíste por casualidad “El país de Jauja”? Tendrías que leerla, es una novela emblemática.”
Ahora viene una actividad festiva que es el Carnaval de los Mil Tambores. ¿Has oído hablar de esta actividad popular?
“Si, si, voy a pintar en la actividad de los “cuerpos pintados”, me parece muy bonito participar en esta fiesta.”

¿Cuál es tu nombre?
“Yo soy Aliaga, Augusto Aliaga, como Augusto César Sandino, no como el otro Augusto.”
Gastipuray es su nombre artístico y en sus murales incluye a Chupaka, su ciudad natal. Como  todavía está trabajando en la parte final del rostro de Salvador Allende, me despido prometiéndole visitar sus obras del cerro Concepción. Sigo mi camino por Salvador Donoso, doblo por calle Bellavista, para luego continuar por la calle Condell  y dirigirme desde plaza Aníbal Pinto hacia el ascensor Reina Victoria para llegar a observar los murales de calle San Enrique, en el cerro Concepción.

De vuelta en casa, al transcribir la conversación que tuve con el artista urbano Augusto Aliaga, aparece la necesidad de indagar en internet sobre el “Taki Onqoy”. Así, tomando algunos extractos de Wikipedia, me informo que:

“El Taki Unquy , también escrito como Taqui Ongoy, Taqui Onccoy y otras formas más, fue un movimiento indígena de compleja configuración surgido en los andes peruanos durante el siglo XVI ( c. 1564– c. 1572) contra la reciente invasión española. (…) para los hombres y mujeres del taki unquy, la danza y el canto son la vuelta al origen. El cuerpo que ya está siendo transformado es el vehículo principal de esta conjunción primordial.
En un lado se conoce el origen a través de un espíritu elusivo (Parte espiritual) y en otro se lo actúa a través del cuerpo espiritual: La música, el baile, y el canto.(…)Luego de firmado el Tratado de Acobamba que ponía fin a la resistencia de los incas de Vilcabamba, el huamanguino Juan Chocne organizó el Taki Unquy como rebelión política. Justamente de rebelión contra el culto cristiano, el Taki Unquy derivó rápidamente a un movimiento de rebelión política con una ideología típicamente andina. (…)El movimiento declinó en pocos años, se estima que terminó la práctica en 1572, pero la esperanza de una "reconquista" sobrevivió en el folclore y en círculos intelectual                                                                                                                                                       (…)Durante mucho tiempo olvidado, fue rescatado por la historiografía peruana en un estudio de Luis Millones de 1964 y desde entonces ha sido motivo de constante revisión y análisis, pues ha ayudado a comprender varios problemas en la sociedad peruana contemporánea como por ejemplo el proceso histórico de las insurrecciones andinas contra el dominio español en el Perú. Hasta ese entonces se creía que los movimientos de Manco Inca II, Juan Santos Atahualpa, o incluso más tardíamente el de Túpac Amaru II, tenían manifestaciones únicamente políticas y se descuidaba el matiz cultural y religioso que implicaban y que el estudio del Taki Unquy llevó a comprender mejor”.

Desde este sitio  de internet, volé por las redes virtuales hasta una magistral obra musical creada el año 1986 por el cantautor argentino Víctor Heredia: la cantata “Taki Ongoy”.                                            


    En la presentación hecha por el mismo autor, antes de la interpretación de esta obra junto a la  Orquesta Juvenil Sinfónica el año 2012, manifiesta: “Taki Ongoy es una obra que escribí para agregar la mirada de los pueblos originarios sobre aquellos sucesos que determinaron la invasión del continente, junto con la conquista y la posterior colonización. El nombre proviene de un antiguo movimiento político que luchó en contra de la aculturación española, tratando de recuperar sus propias raíces, su cultura, la cultura del Tahuantisuyo, de los pueblos del Cuzco. Me pareció sustantivo hacerlo desde allí, porque fue uno de los momentos históricos, no solo del continente, sino de la humanidad, importantísimo. Pero le faltaba esta mirada, teníamos solamente conocimiento de una parte de esa historia.”

Los luminosos rostros de Allende, Brunet y Bolaño, pintados por  Augusto Aliaga, este joven artista peruano, me llevaron a conocer la mirada ancestral  de resistencia y rebeldía del Taki Ongoy.
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 25 septiembre 2018





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