Hoy Valparaíso nos regaló un luminoso y tibio día de invierno y era una jornada ideal para hacer un
recorrido por los cerros porteños. Mientras caminaba esta tarde por Avenida Alemania me
encontré con un muchacho que llevaba un equipo de música portátil. Lo saludé y le pregunté si
regresaba a su casa después de la pega, pero me respondió “no, recién voy saliendo para ganarme
unos pesitos. ¿Qué música le gusta?”, agregó, ante lo cual le respondí que los boleros, valses
peruanos, tangos, folclore y la música en general. “Yo soy metalero, métale cumbia, métale
baladas, métale de todo. Mire, le voy a cantar una canción y si le gusta me hace un aporte, de lo
contrario nos saludamos y seguimos amigos como antes”, acotó.
Empezó a instalar su equipo conectándolo con su celular y en un dos por tres se comenzó una base
musical de la canción “Mi Viejo”, del cantautor argentino Piero y tomando un micrófono
inalámbrico inició su interpretación en la vereda, teniendo como escenario de fondo la ventana de
una casa del barrio, donde de vez en cuando, mientras estaba cantando, desde el interior alguien
miraba hacia afuera corriendo levemente la cortina.
El arte popular callejero se manifestó en todo su esplendor en este rincón de los cerros porteños,
pero no era por pasión, sino por la necesidad de poder reunir algunas necesarias “monedas”.
Una vez terminada la canción me acerqué a conversar con este muchacho. “Mauricio, ese es ni
nombre”, me dijo. Transcribo a continuación el trocito de vida que me relató en unos cuantos
minutos.
¿Eres de acá del cerro Mauricio?
“No, de Santiago, pero ahora vengo del sur, de San Carlos en el Ñuble. Soy de Peñalolén”
¿Andabas trabajando allá en San Carlos?
“No, por asuntos familiares, es una larga historia, pero ese es otro cuento. Mi viejo vive acá, un
poquito más abajo, él es artesano.”
Comienza a buscar en su celular y me muestra algunas fotos de “su viejo”; también unos videos en
donde sale su padre, Luis, mostrando los colgantes móviles que fábrica en cerámica.
“Esto es lo que hace mi viejo, unos colgantes, unos móviles de cerámica, escucha como suenan
con el viento, son trabajos muy lindos.”
¿Mauricio, cantar ha sido siempre tu oficio?
“No, yo soy cocinero, más bien dicho era cocinero. Lo que pasa es que desde hace años yo me
dializo. Estoy enfermo de los riñones y tengo que dializarme tres veces a la semana, entonces no
puedo trabajar como cocinero y cumplir ciertos horarios. Por eso encontré este otro oficio y no lo
hago muy mal. A la gente le gusta. Ahora si hay algún evento, un cumpleaños, una celebración, ahí
voy, porque canto de todo. Como te decía, soy metalero, métale cumbia y lo que venga no más.
Entonces la vida me la hago así, ayudando a mi viejo en el taller o cuando estoy de ánimo salgo a
cantar, como ahora. “Asalto” musicalmente a la gente. Voy a aprovechar ahora que anda harta
gente dando vueltas por los cerros por las vacaciones de invierno y el día está muy bonito. Hay
que rebuscárselas para ganarse la vida. Voy a darme una vuelta al Paseo Yugoslavo.”
¿La canción que interpretaste fue un homenaje a tu padre?
“Mira, no lo pensé así, pero creo que tienes toda la razón. Nos vemos.”
Seguí mi caminata por Avenida Alemania, mientras Mauricio se dirigía hasta la plazoleta San Luis
para bajar desde allí hasta el Paseo Yugoslavo del cerro Alegre. Valparaíso 19 julio 2022
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