El pueblo wanderino, o el pueblo porteño, porque acá en
Valparaíso Wanderers es su gente, celebró ayer domingo 8 de diciembre en forma
multitudinaria el regreso del decano del fútbol chileno a Primera División.
Alrededor de diez mil personas se congregaron a las 17 horas en la Plaza
Victoria, en una alegre manifestación familiar y popular. Las palabras más
repetidas por las wanderinas y los wanderinos eran justicia y dignidad, ya que el primer lugar alcanzado en la tabla
de posiciones de la Primera B por el club Santiago Wanderers lo logró con sus
triunfos en la cancha deportiva, pero que, debido a la rebelión popular en
curso que interrumpió el normal funcionamiento del campeonato, la ANFP
(Asociación Nacional de Fútbol Profesional) había decidido terminar los
campeonatos anticipadamente, sin ascensos ni descensos, y la batalla contra
esta arbitraria decisión tomada entre cuatro paredes, el pueblo wanderino la
libró y la ganó en las calles.
Con el estallido de le rebelión popular del 18 de octubre,
el “oasis chileno de paz y prosperidad” se transformó en un espejismo, y un violento
y luminoso temporal popular irrumpió en las calles de nuestro país, donde las
chilenas y chilenos, cansados de años de abusos, sometimiento, injusticia y
opresión, se alzaron altivos para decir ¡basta!, exigiendo enérgicamente
justicia social.
La “normalidad” de un modelo depredador y explotador, que
transformó en mercancía todas las actividades de la sociedad con la
instauración, durante la dictadura cívico militar y los gobiernos civiles que
la sucedieron, de un sistema económico neoliberal, se transformó en un
torbellino de manifestaciones populares que alteraron el funcionamiento de la
sociedad en todos sus ámbitos, y el fútbol no fue ajeno a esta situación.
En medio de este torrente imparable de rebeldía, el gobierno
y sus aliados buscaron con todos sus medios a disposición de forzar a la
sociedad a seguir funcionando como si nada estuviera pasando. Las estructuras e
instituciones privadas que han hecho del negocio y el lucro su motivo de vida
se vieron sorprendidos y sobrepasados, pero luego de un período inicial de
paralización, comenzaron a mover sus piezas para intentar frenar este vendaval
popular que hizo volar su “máscara de jaguar” publicitada en el mundo entero,
mostrando una cara de “gato de campo”, como popularmente denominamos en Chile a
quienes roban impúdicamente, aunque estas acciones no constituyan delitos en el sistema
neoliberal imperante, pues están amparadas en legislaciones hechas a la medida
de las elites y los poderosos.
Con el objetivo de restablecer la “normalidad”, trataron de
seguir adelante con los campeonatos del fútbol profesional pensando que el
pueblo aceptaría mansamente este “opio adormecedor”. Lo que no tomaron en
cuenta en esta ocasión, los señores del poder, los negocios y el lucro, fue que
los chilenos y las chilenas no estaban dispuestos a dejarse “meter el dedo en
la ojo”, para usar una frase menos fuerte a la expresada en numerosas
pancartas, y sabían perfectamente lo que se pretendía con la reanudación de los
partidos de fútbol. La hinchada, no cayó en la redes de los mercaderes, dejaron
de lado sus rivalidades deportivas para unirse a la rebelión popular en curso. Así,
vistiendo las variopintas camisetas de sus distintos clubes, se unieron todos y
todas las hinchas en un arcoíris rebelde para luchar en contra del fútbol
empresa.
Las distintas acciones de protesta protagonizadas por las y
los hinchas del fútbol se insertaron en la marea de lucha popular por la justicia
social y la dignidad. Las y los “futboleros”, como despectivamente los
denominan algunos sectores de la sociedad, comenzaron a ser vistos con otros
ojos al verlos participar resuelta y decididamente en las numerosas
movilizaciones callejeras, donde muchos de estos hinchas estuvieron protestando
en la primera línea.
Las instituciones que dirigen el fútbol profesional, más
allá de los recursos legales y resoluciones formales tomadas, debieron revertir
su decisión inicial observando lo que sucedía, teniendo en cuenta la potente
muestra de rebeldía popular desarrollada por la hinchada porteña en las calles
de Valparaíso, exigiendo que Santiago Wanderers retornara a la Primera División.
El equipo de Santiago Wanderers ganó en la cancha el ascenso
directo, y los wanderinos y las wanderinas, la familia porteña en general,
logró que este derecho se cumpliera librando sus batallas exitosamente en las
calles de Valparaíso.
El objetivo alcanzado lo expresaba muy bien el lienzo que
encabezó la marcha de ayer domingo por las calles del Puerto: “QUE EL PUEBLO SUBA A PRIMERA”.
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