“Qué paradójico es que
el EZLN, para mostrarse,
tenga que taparse el rostro con un pasamontañas, y
que para esconderse se lo quite.”
(Subcomandante Marcos)
El gobierno de Sebastián Piñera, lejos de preocuparse de
resolver los problemas de fondo que originan las desigualdades sociales y los
abusos, por los cuales las chilenas y chilenos se están movilizando desde hace
más de 40 días, comienza a buscar nuevos mecanismos, nuevos instrumentos, que
le permitan aumentar el abanico judicial represivo para ser empleado en contra
del pueblo rebelde.
El 20 de octubre pasado, dos días después que brotó la
rebelión popular, el Presidente Piñera expresó “estamos en guerra” y hoy,
durante la ceremonia de graduación de nuevos Detectives, volvió a reiterar esta
declaración al expresar en parte de su intervención: “Estamos enfrentando a un
enemigo poderoso e implacable, que no respeta a nada ni a nadie (…) un enemigo que actúa con una planificación
profesional y con una maldad sin límite. Por eso, quiero decir que la democracia,
la sociedad y los chilenos, tenemos no solamente el deber, tenemos el derecho
de defendernos de este poderoso e implacable enemigo, con las armas que nos
entrega la Constitución, la ley y el Estado de Derecho”.
Bajo estos conceptos, el de definir a un “enemigo interno”
dentro del propio pueblo chileno, ha presionado al Parlamento para que, con
discusión inmediata, apruebe una serie de iniciativas de leyes, cuyo “caballo
de Troya” es el de dotar de facultades especiales a las Fuerzas Armadas, sin
necesidad de proclamar un Estado de Emergencia Constitucional. Al respecto de
esta ley, Unidad Social, en Declaración Pública ha manifestado lo siguiente:
“Unidad Social rechaza categóricamente el anuncio del
Presidente Sebastián Piñera de presentar un proyecto de Ley para que las
Fuerzas Armadas protejan la "infraestructura crítica" del país sin
necesidad de que exista un estado de emergencia o de excepción. Quienes acepten
la idea de legislar la militarización de las calles del país, serán cómplices
de la represión que se desatará sobre nuestro pueblo movilizado (…). La paz y
el orden público pasan por el fin de la impunidad y el respeto irrestricto de
los derechos humanos del conjunto de la población, los que han sido gravemente
vulnerados desde el 18 de octubre pasado, como lo han denunciado públicamente,
organismos de Derechos Humanos nacionales como la Comisión Chilena de Derechos
Humanos, el INDH y el Centro de DDHH de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile, y organismos como Amnistía Internacional.
En consecuencia, las organizaciones y movimientos sociales
integrantes de Unidad Social rechazamos la propuesta de Piñera que busca
establecer una fachada legal para gobernar bajo un estado de emergencia
permanente.”
Dentro
de esta batería de leyes de discusión inmediata que ha propuesto Sebastián
Piñera, ayer por la noche el Senado aprobó en general la “Ley
Antiencapuchados”, la que ahora deberá pasar a la Comisión de Seguridad de la
Cámara para su votación en particular.
Con la rapidez y creatividad que caracteriza a las muchachas
y jóvenes rebeldes, las y los estudiantes de la carrera de Trabajo Social de la
Universidad de Valparaíso, en respuesta inmediata a la Ley Antiencapuchados,
hoy jueves 28 de noviembre realizaron un “Taller de Confección de Capuchas”.
Un número importante de muchachas, incluyendo un par de
jóvenes, acudieron hasta la Sede ubicada en Avenida Colón, portando trozos de
género multicolores, hilo y agujas. En medio del patio central se improvisó un
taller de confección y una “Monitora” entregó indicaciones precisasen relación
con el trazado y recorte del género, la ubicación de los orificios de los ojos
“para que no molesten y se puedan colocar cómodamente”, como también la manera
de coser los bordes para “evitar que se desarme o se enrede en el pelo”,
agregando más adelante “también podemos usar una técnica de bordado para que
queden más bonitas”.
“Para mí la capucha es una herramienta de protección de la identidad al momento de participar o actuar en una revuelta social. La persecución existe, es real, y la capucha te protege. Además es un elemento que permite protegerse un poco de los gases y sirve para identificarnos entre nosotros en las marchas. También es una herramienta que identifica a la protesta social. En una movilización hay personas no encapuchadas que apoyan a los encapuchados y otras que son más reacias, pero al final estamos todas luchando juntas, de distinta manera solamente. Para mí la ley tiene como objetivo la persecución de quien se manifiesta, ya que sin capucha te pueden identificar en forma más rápida. Es una forma para intentar desarmar este movimiento y ya no nos quieren ver encapuchadas, porque les molesta. El trasfondo es que a ellos les molesta, no que te pongas un paño en la cabeza, sino que tú estás haciendo algo que va contra sus intereses.
En las protestas no todas somos
iguales y por más que pongan una ley anticapucha, no vamos a dejar de salir
encapuchados.
Ellos intentan pacificar todo esto, quieren que hagamos carnavales y
hagamos fiesta, que se acabe y que todo vuelva a la normalidad.
Igual ahora para algunas personas
hay como algo romántico en los que usan capucha, los primera línea, que nos
están defendiendo y todo, pero eso no es algo poético, es contestatario,
nosotras estudiamos Trabajo Social y nos
damos cuenta que los cabros que viven, de alguna forma, más apartados de la
sociedad, los más marginados, son los que están en la primera línea, pero ese
no es un acto romántico, está bien que lo hagan y gracias por hacerlo, pero
esa es una acción política no un acto
romántico. Ellos no están ahí porque quisieran estar allí, sino porque vienen a demostrar su descontento y su rabia
con esta normalidad que los margina, con este mundo de mentiras, al que se le
cayó la careta, se le cayó su propia capucha sonriente de un mundo publicitado
como perfecto, un oasis que no era tal...”
Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 28 noviembre 2019
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