El Covid-19 (Coronavirus) avanza rápidamente por el país y el gobierno
de Piraña no encuentra nada mejor que volver a sacar a los Militares a las
calles para combatir la pandemia. Mientras que muchos deben asistir a sus
trabajos en conocimiento de las paupérrimas medidas de sanidad, para nuestro
Presidente la mejor manera de combatir el virus es con las armas.
Durante esta
noche vivimos la primera jornada de toque de queda bajo el contexto de esta
pandemia mundial, la cual duró desde las 22.00 horas del domingo hasta las
05.00 horas de este lunes, y dió como resultado la detención de 146 personas
que por diferentes motivos fueron apresadas por militares. Junto a esto,
durante la mañana y de cara al término de la restricción se presentaron grandes
aglomeraciones y problemas de movilización debido a la apertura tardía de los servicios de
transporte.
Según el
gobierno de Chile, la función de los militares y el toque de queda frente a
esta situación es cumplir la labor de cercar las ciudades para que el virus no
se propague hacia dentro o que se expanda hacia afuera, sin embargo, estos
esfuerzos para mantener controlada la enfermedad no sirve de nada mientras
miles de personas sigan asistiendo a su trabajo de forma normal, mientras se
sigan cobrando los servicios básicos y mientras no se contempla una inyección
de recursos.
Es más, este
toque de queda al parecer causa más problemas que soluciones, ya que las
aglomeraciones en metros, buses, estaciones y paraderos desafía cualquier
medida preventiva recomendada por la OMS. Y es que si el gobierno no propone
medidas de financiamento mejores que el “bono” anunciado, las personas no
dejarán de ocupar el transporte público y mucho menos de dejar de acudir a su
trabajo.
No se puede
decretar una cuarentena total y obligatoria si no se considera la situación de
estas personas, los que viven con el dinero de su trabajo diario, quienes son
el único ingreso familiar y también para el gran número de personas que
trabajan de manera informal. Si consideramos el Estado de Catástrofe decretado,
que supone la disposición de estas fuerzas y un dos por ciento del presupuesto
nacional, es vital que dentro del plan de acción económica se garantice, por lo
menos, para estas personas el mantenimiento y solvencia del gasto que harán durante
el periodo de cuarentena.
Hoy en día es
imposible pensar que una persona que depende de un ingreso fijo tenga que pagar
servicios básicos privatizados como lo son el agua potable, la electricidad o
el combustible mientras no reciben su paga. Esto se hace aún peor cuando las
personas tienen deudas. No existe una facilidad de parte del gobierno para la
suspensión de los créditos e hipotecas, es ilógico y hasta paradójico que
esperen que alguien que está apunto de perder su casa respete la cuarenta.
Varios países
han tomado medidas que privilegian la salud pública antes que la economía, pero
Chile deja bastante que desear en ese aspecto. El gobierno ha reaccionado de
forma lenta e interesada y el hecho de recurrir a la fuerza para salvaguardar
la salud de las personas es la demostración de las prioridades del Estado.
Estamos a poco tiempo de ver el colapso de los sistemas de salud nacional y no
existirá ninguna cifra macroeconómica ni militar que logre salvarnos de esta.
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